De Bandujo a Maravio


Excursión del 17 de mayo de 1997. POR MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ

El viernes llovió como en Macondo y para el sábado todos teníamos las dudas mojadas. Y llegó. No llovía pero temíamos que las nubes se abrieran y abortaran la salida montañera.
Haremos una excursión cautelosa de Bandujo a Maravio escalando antes El Caldoveiro.
Recordamos como el tiempo también cambia el paisaje y la implacable penetración que supone la acción antrópica poniendo hoy a Bandujo como punto de partida, cuando la primera vez que lo pisamos era el de llegada.
Saliendo de Proaza hacia Teverga, tras un par de centenares de metros, se toma a la derecha una carretera que al poco se ramifica: por la derecha a Linares y por la izquierda a Bandujo; tomamos la última. Bajamos hasta un reguero y a la subida, ya arriba, un letrero indica que pasamos sobre un castro. Se ve que el emplazamiento y la topografía corresponden perfectamente a esta venerable forma de agrupamiento y construcción. El pueblo siguiente es Proacina, que luce al paso una vieja y blasonada casona.
La carretera se retuerce. De vez en cuando se asoma al valle del Trubia y abre una ventana de extraordinaria belleza.

Bandujo
Bandujo
Llegamos a Bandujo. ¡Qué bien suena! El pueblo se ve muy remozado. Los caminos están hormigoneados, no hay montones de cucho, las casas cuidadas, buenas techumbres de teja árabe, madera en puertas y ventanas, sin desconchados las paredes y varias casas in restauro con respeto al entorno. Las obras responden al modelo tradicional asturiano de media montaña: la vivienda y bajo ella la cuadra; de algunas sobresale la panza del horno; agregados hay hórreos, paneras y otras edificaciones para guardar aperos.

Bandujo
Imagen general de Bandujo
Pedimos información a un hombre de mediana edad que se apoyaba en un cayado, vestido con loneta gris, un traje de faena para tropa en la Marina Española, que fumaba sin parar pese a lo temprano de la hora. Cuando hablamos de subir al Caldoveiro nos avisa de que la senda se pierde a tramos y este día no parece el más adecuado por el riesgo de lluvia y la mediocre visibilidad. Se plantea la alternativa de los Puertos de Maravio y ahora sí que obtenemos su beneplácito. Nos indica el camino. No parece demasiado complicado. Seguimos la ruta que nos indicó y salimos del pueblo hacia un reguero que ofrece una vista deliciosa del conjunto que forman los dos torreones y la iglesia. Una de las torres es circular, con puerta de entrada, ventana y saetera. Parece un gran palomar de estilo asturiano. La otra es de planta cuadrada y sin duda muy posterior, se ve que nació para vivienda mientras la primera lo hizo para fortaleza.

Hórreo en Bandujo
Hórreo en Bandujo
La administración y gobierno de las tierras señoriales comportaba también la presencia de delegados de la autoridad de la mitra, mayordomos y merinos episcopales y, con funciones primordialmente económicas, la de comenderos o encomenderos, personas de condición noble a quienes se confiaba la tenencia de castillos y casas fuertes que constituían los centros de defensa de las demarcaciones señoriales. Algunas de esas viejas fortalezas, como ésta de Bandujo son elocuente testimonio del formidable poder temporal de los antiguos obispos de Oviedo.

Camino viejo a Bandujo
Tramo del camino viejo a Bandujo
Llegamos al reguero llaneando y empieza la pendiente. El camino es muy ancho, carretero, y entra en un hermoso monte de castaños. La mayoría son varas rectas de gran altura. Nacen varios pies en una sola cepa, y algunos ejemplares, muy pocos, centenarios y heridos por la tinta. Se gana altura con mucha suavidad y pronto se llega a una explanada, a la izquierda queda una torre metálica de electricidad. Aquí giramos a la derecha y poco después aparecen también a la izquierda grandes prados cerrados por sebe o pared.

Camino viejo a Bandujo
Otro tramo del camino viejo a Bandujo
De aquí sale por la derecha un sendero pero seguimos el camino más ancho y usado de la izquierda. Todo este tramo es de excepcional belleza por la suavidad, la espesura y el silencio.
Acabados los castaños empiezan los carvallos. El camino inicia un descenso y por la izquierda se ven, enteramente disimuladas, algunas cabañas.
Parece que bajamos demasiado y terminaremos en Bustiello. Vamos mal y decidimos, con buen criterio, cambiar y ganar altura siguiendo una trocha que cruza entre los carvallos. Acertamos, y enlazamos con un buen camino que lleva a una campera. Ya no hay posibilidad de pérdida, se ve: Peña Gradura, su prolongación por la sierra de Tameza, y la collada que nos pasará la capilla de Santa Ana. Al otro lado del río, tenemos a tiro de arcabuz Peña Sobia, que muestra casi al ras la esquelética cara de su cimera. Esta Sierra de Tameza es un cascote calizo cuyas cumbres dominantes son El Caldoveiro (1.337 m) y La Mostayal (1.333 m). En la caliza de la montaña se ve un tajo que es la caja del camino que buscamos, y, en el mismo canto, un árbol –parece una encina- de copa redondeada, y que nos servirá de referencia.

Tomamos por la izquierda, hacia una majada con numerosas cabañas de piedra y buen tamaño. Pasamos un abrevadero y al poco trecho llegamos a otro mucho mayor. Estamos bajo el árbol-guía que antes avistamos. Hacia el valle se ve un pueblo a la izquierda, en nuestra ladera, se trata de Bustiello; y enfrente, al otro lado de la carretera, otro pueblo se cuelga de la montaña, éste es Santa María. Abandonados los prados y los bosques entramos, casi directamente, en el lapiaz; a continuación, pasada la peña, un monte bajo que sólo tiene algunos carballos que lograron sobrevivir resistiendo a los incendios. Desde aquí se ve otro pueblo que antes buscábamos sin dar con él, se trata de Fabar, acostado en el NE de Peña Gradura. El camino al que llegamos parece venir directamente de Bandujo. Es ancho como para permitir el paso de carros, la caja se talló en la roca y el firme está empedrado como si de una calzada romana se tratara. Sánchez Albornoz, en “Los Orígenes de la Nación Española”, habla de un ramal del Camín Real de La Mesa que sale de Biforcos de Quero, lo identifico como Biforcos de Cueiro, que pasa por Linares, Castañedo del Monte, sale de Villanueva Santo Adriano y se encamina a Oviedo por Tenebredo. La obra que estamos pisando es ambiciosa, de envergadura, y bien podría corresponder a un tramo de aquélla. Parece que pasaría por la capilla de Santa Ana, seguiría hasta Bandujo y saldría al río por el antiguo camino empedrado que tanto nos gusta. No soy capaz de ver en el mapa la posible continuación de Bandujo a Linares (1). Pasamos por encima del árbol guía y llegamos a una pequeña campa muy hocicada por los jabalíes.

El camino sigue y se asoma a una gran dolina. Por la derecha, N, El Caldoveiro aparece blanco, calizo, pelado. No resulta una montaña atractiva. Buscamos la forma de no bajar hasta el fondo de la dolina para no perder altura, pero no hay otro remedio. Rodeamos la depresión y seguimos el camino hacia el E que, tras ganar altura de nuevo, se asoma a una colladina desde la que ya se ve la ermita de Santa Ana de Maravio. Desde aquí damos vista a la capilla.


(1.) Dióse esta caminata exploratoria d. Claudio acompañado por d. Juan Uría Ríu. Otro investigador (Santiago Recio) afirma haber encontrado la vieja vía.




AUTOR DE TEXTO Y FOTOS: MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ (Del libro "Un millón de pasos por Asturias y algo más" 


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