MÁS LILIÁCEAS


Fritillaria es un género de pequeñas plantas bulbosas que se encuentran silvestres en terrenos de influencia mediterránea. Se conocen como ajedrezadas por la pigmentación de sus pétalos, y su significado latino podría relacionarse con su forma de cubilete. Para los montañeros no es raro encontrarla en los prados del piso altomontano y más frecuente en la vertiente sur de la Cantábrica, su anodino aspecto la salva de ser presa de los que quieren llevar el campo –de todos- a casa -la suya-; de estos “trofeos montañeros” se suelen encontrar restos cerca de su autobús porque al emprender la marcha queda el entorno con flores mustias o marchitas, siempre muertas; recuerdan el laurel que el día de ramos se amontona ante las iglesias y el día anterior se vendía en lugares concurridos.

Fritillaria
En pastizales y prados de siega, indiferente al sustrato, entre 500 y 2.000 m de altitud. Puede pasar fácilmente desapercibida porque son poco llamativos sus colores y su postura cabizbaja; claro, sé lo difícil que es caminar mirando al suelo, a los taludes, al arroyuelo, al cielo, etc., pero la mirada ha de estar atenta a todas las llamadas originales: forma, color, tamaño, medio, movimiento, y un millón de rasgos más.
Allium este es un género muy, muy, muy conocido: ajos y cebollas, puerros y cebolletas, de olor y sabor muy afamado. Unas 750 especies distribuidas mayormente en la zona templada del hemisferio norte conforman este género, del que se cultivan algunas muy conocidas en la cocina.
Allium ursinum
Estas plantas, ajos y cebollas, tienen un olor característico; los ajos fueron afamados porque favorecen el aumento de porfirias y producen el rechazo de los vampiros.
Tieso como un ájo. Phrase vulgar para explicar el vigór, y brio de alguno: lo que mas regularmente se suele entender de los ancianos, que andan derechos, y como si fueran mozos, à imitación de esta hierba, cuyo tallo está siempre fuerte y tieso. Lat. Qui robustis & validis viget nervis […]Vino puro, y ájo crudo, hacen andar al mozo agúdo. Refr. que se dice por los que se exercítan en la labranza, y trabajo, que teniendo este alimento en abundáncia, acuden con prontitud à lo que se les encarga, y manda. Lat.
Allia merumque, congruum messoribus (DICCIONARIO DE AUTORIDADES 1726)
Allium sp.
Streptopus es un género que abarca siete especies en el hemisferio norte. No tiene leyendas a su alrededor pero sin duda merecía alguna. Es una planta de apariencia singular por el pedúnculo floral doblado en ángulo, acodado, que difícilmente puede pasar desapercibida con esta característica.
Streptopus sp.
En el género Scilla hay plantas de hermosas flores y nombres populares muy conocidos como los jacintos.
Hyacinthoides sp.

El jacinto de los bosques o el jacinto estrellado.
Algunas veces pienso que nunca fue la rosa
tan roja, como en tierra que un cesar purpuró;
y de alguna cabeza, que en su tiempo fue hermosa,
del jardín bello ornato, un jacinto brotó
Rubaíyat, del poeta persa Ornar Khayyam, 1123, extraído de La Rama Dorada (JAMES GEORGE FRAZER)
En bosques y prebosques, principalmente hayedos, son abundantes y llaman la atención por la temprana floración,   Es polinizada por los insectos, son redondeadas y negras sus semillas.  

Scilla sp.


Esta entrada se cierra con Poligonatum sp., otra flor de mirada algo caída por la curvatura del tallo y a la que tampoco le gustan las plazas soleadas.



Poligonatum sp.
Vive discretamente en bosques y matorrales, y de este género se conocen hacia sesenta especies en el hemisferio norte.
No se trata de una guía botánica, de flores, sino de una guía de elementos observables de interés, de disfrutar del placer de la caza visual, de la observación de la comprensión de la inmensa cadena de lo natural, porque ¿hay algo que no se natural? ¿hay algo que nos sea ajeno? No somos independientes y ni siquiera lo es un paraíso fiscal.  

COLLÁU ZORRO



Desde Cangas de Onís se toma la carretera que va al puerto del Pontón y en el puente Los Grazos la desviación que sale a la derecha y conduce a San Juan de Beleño.
Durante varios km vamos dejando a la izquierda el río Ponga que corre presuroso hacia el Sella con cauce y curso propios de río de alta montaña.
Dejamos a la derecha el desvío a Taranes. En este mismo cruce está el hotel Las Mestas (antiquísimo balneario de origen romano ¡cómo no!). En la siguiente bifurcación seguimos hacia San Juan de Beleño, capital del Ayuntamiento de Ponga. Desde aquí se toma la carretera que va a Viego y a los pocos km un ramal, sin asfaltar, que conduce a la collada Les Bedules. Por esta pista podemos entrar -malamente- con el coche hasta la propia collada, unos 2,5 km. Hay una explanada y pocos metros más arriba la fuente Les Bedules y un abrevadero.[i]
Si bien hasta aquí el paisaje es hermoso y espectacular, el coche impide apreciarlo en toda su dimensión. Ahora, con la calma que impone el comienzo de la caminata nos felicitamos por poder acceder fácilmente a estos maravillosos rincones.
Pero el día no había hecho más que empezar.

Seguimos la pista entre grandes prados cercados por sebes. Pronto nos encontramos con la desagradable sorpresa de una construcción de hormigón y forma de cabaña de arquitectura alpina que rompe la armonía del lugar, pero tal despropósito no alcanza a restar encanto y belleza al paraje.
Encontramos un ancho camino que sale por la derecha (en el sentido de nuestra marcha), el segundo después del aparcamiento (hoy son pistas aptas para un coche todo terreno) y es el que se debe seguir (siempre es deseable confirmar con lugareños).
A la izquierda, vemos Viego a vista de pájaro; y Peña Salón (1.237 m), que queda casi a nuestra altura y muestra la secreta canal que permite coronarla con facilidad. Atrás, se levanta El Pierzo (1.515 m), que es el último espolón septentrional del cordal de Collau Zorro; al E, al fondo, el Macizo Occidental de los Picos de Europa muestra su recortada silueta; en un plano anterior, el Pico 

Valdepino y el Canto Cabronero dejan adivinar el paso que, entre ellos, abre la Senda del Arcediano.
Los últimos prados tienen hermosas cabañas de piedra. Es la majada de Caldes. Las más pequeñas se llaman beyales y están destinadas a guardar los terneros. Desde aquí se ve muy bien San Juan de Beleño y su ería. Llegados a la collada damos vista al valle de Ventaniella, al Maciédome, al hayedo de Pandellanza y se deja ver algo del Tiatordos: estamos en la Collada de Caldes (1.397 m). Un poco más abajo de este lugar está la fuente La Terenosa, donde nace el arroyo Vallizón, afluente por la derecha del río Ventaniella. Continuamos. Al poco de dejar la collada entramos en el hayedo -se
llama Les Formes- y enseguida dejamos una fuente a la izquierda. El camino sigue siendo cómodo y sin pérdida posible. Seguimos entre hayas y, a medida que vamos avanzando, se deja ver en toda su extensión el Cordal de Ponga.



También aparece el pico Collau Zorru mostrando su cara O: es la Pared de las Mulas, (el bosque de su base, por poniente, es el Monte Fana). Visto desde aquí parece difícil conquistarlo por esta cara.
Al salir del bosque y llegar a la collada (de Pumerín, 1.518 m) contemplamos la cabecera semicircular del río Mojizo, el famoso monte Peloño, el Sen de los Mulos, El Niajo, Peña Mora y la collada Guaranga, que da paso a los puertos de El Arcenorio. A la derecha, en las estribaciones del Pico Luengu (1.798 m), vimos gran número de rebecos.
Cambiamos de ladera y el monte Peloño muestra las grandes calveras que tiene, sobre todo en la falda E del Rasu (1.617 m), en la cuesta La Carba y, en general, en todo el sector asturiano. El bosque es más denso en la fracción leonesa.
 El camino sigue faldeando el pico Luengo, al poco trecho dejamos a la izquierda otra majada abandonada, la de Bustantigu. Llega un momento en el que el camino trepa a la derecha en un zig-zag y pasa por la Cuenya Miraculos hasta llegar al Valle del Antiguo. Este último tramo se debe recorrer con precaución por la verticalidad que tiene a la izquierda. Llegamos a una pradería alojada en una especie de repisa o nicho, nos detuvimos con la intención de descansar y pronto nos vimos rodeados de rebecos. Estábamos callados procurando imponer el ritmo normal a nuestra respiración, cuando
el viento nos trajo el siguiente diálogo:
-Tírei, señor conde, tírei.
-Oye, ¿no aparecerá otro con mejor trofeo?
-No, señor conde, éste lo tengo vigilado para ud., es de los mejores de estas peñas.
-Pummmmmmm.
-Diói a la primera. ¡Que bien tira, señor conde!
-No creas, no es tan fácil como parece. He tenido que dedicar muchas horas, aunque
reconozco que no se me da mal.
-Pummmmmmmm.
-Cagu’n mi mantu, éste escapose. Val más dejalo señor conde. Movióse justo cuando i
tiró usté.
-Seguro, porque mi disparo fue perfecto. Bueno, búscame pronto otro.
Nos acercamos sigilosamente al lugar del que parecía venir la conversación.
Cuando llegamos sólo había unos cartuchos vacíos, un arrugado paquete de Celtas Cortos y medio puro de Cohiba.

Aquí hay un glaciar de piedras y un gran corro. Sobre nosotros está la misma cima de Collau Zorro, y entre éste y el Pico Luengo hay una collada de fácil acceso llamada Les Cabres. Se faldea hacia el S y poco a poco vamos ganando altura. Llegamos a un nuevo rellano en el que hay un abrevadero.

Continuando por monte bajo enseguida se alcanza la collada Paxarín)[ii]. Desde este punto giramos al O y por campera llegamos a otra desde la que se ve de nuevo el valle de Ventaniella y todo el Cordal de Ponga. De ahora en adelante sólo hay que avanzar hacia el N por la falda O, mirando al valle de Ventaniella, casi cumbreando. Se llega a la cima en poco tiempo. Tiene una cruz pintada de azul, una placa y el buzón de cumbres. Es un sitio en el que hay que moverse con cuidado porque la “explanada” es pequeña y son grandes los desniveles de caída.
Hasta ahora se ha procurado no dedicar demasiado espacio a la descripción del paisaje esperando este momento porque ya imaginábamos que la panorámica sería impresionante. Son 360º que incluyen los Picos de Europa; la cordillera hasta perderse hacia el E; por el S Ten (2.143 m) y Pileñes (2.021 m) cierran el campo de visión. El Cordal de Ponga al completo desde El Abedular hasta el Tiatordos y, sobre todo, la rica masa forestal de los hayedos de Pandellanza, Ponga y Peloño. Probablemente las mejores panorámicas de Asturias se contemplan desde las cumbres de los cordales de Ponga y Colláu Zorro tanto por la superficie como por la variedad de paisajes.

Cuando llegamos arriba todo lo difuminaba la niebla y apenas había luz para obtener las necesarias fotografías.
El camino vecinal al monte Peloño se construyó aproximadamente en 1915 para que SS.AA, d. Carlos y dña. Luisa de Orleáns, practicaran la caza. De esa época podría ser la llamada Casa del Guarda que está, después de la Collada Granceno, en La Palanca, de notables dimensiones y que desde aquí se ve en ruinas[iii]. En 1912 se repoblaron estos montes con venados mandados traer de El Pardo por d. Carlos. Este mismo año de 1912 estuvo aquí cazando con su esposa, sus hijos d. Felipe y d. Rainiero, el Marqués de Hoyos, el Duque de Tarancón y el Conde de San Martín.
De nuevo nos pareció oír:
-Tírei, señor, tírei. Non se preocupe. Búscoilo yo ya tráigoilo aquí.

Estamos convencidos de que los cazadores están cerca. O alucinamos...o entramos en un túnel del tiempo, o estamos embrujados.

En 1830 se solicitó del rey, por conducto de d. Antonio Fanjul, representante de los concejos orientales, que una vez terminada la carretera de Castilla por Pajares, los arbitrios para ésta se destinaran a la de Ribadesella a Ventaniella, y así lo concedió Fernando VII el mismo año; pero no se cumplió, gastándose los recursos en la de Avilés, aunque el sr. Fanjul recurrió en queja con insistencia.
Quedó sin carretera el Valle de Ventaniella y se pensó poco después en la construcción de la del Pontón, que se aprobó en 1852. Se terminaron las obras del tramo asturiano en 1880, pero hasta el alto del puerto no se gestionó hasta 1883, lo que consiguió el diputado a Cortes d. Enrique García Cañal.
Consta que en 1915 el río Ponga tenía truchas y salmones. Se furtiveaba con polvos de gas y con zubón.
Bajamos a comer cerca ya de Cangas de Onís. Y allí pusimos al día el cierre perfecto con la mesa. Unos chorizos, picadillo, tortos de maíz, callos, boronchos, quesos de Los Beyos y Cabrales, nos instalaron de nuevo en la plenitud.




[i] Actualmente reparada, sin asfaltar pero tramos de hormigón; y amplio aparcamiento al final.
[ii] Los topónimos han sido obtenidos de fuentes orales y variadas cartografías. Conozco su escasa utilidad pero permiten hablar o preguntar a los habitantes de los pueblos, consultar cartografías diversas, y relacionar  la lógica del ‘bautizo’ con la naturaleza o utilidad del paraje.
[iii] Tras el incendio sufrido hacia 2011 sólo  quedan las paredes maestras.

COLLADA CARBAINEDO


Oviedo- Belmonte- Aguasmestas- Pigüeña son los hitos para iniciar el camino a esta collada. Desde esta última localidad se toma el camino que sale por encima del bar hasta llegar a una fuente que tiene varias otcheras, ya cegadas por la maleza. Se continúa por debajo de la iglesia, con alineación SE, y se empieza a ganar altura.

Muchas de las casas del pueblo están abandonadas o mal atendidas; de reciente construcción hay dos. Son edificaciones típicamente somedanas: de una planta de poca altura y huecos pequeños, puertas de dos hojas, con panza cilíndrica exterior del horno y, por lo tanto, boca interior, de muchos m2 bajo techo; la cuadra puede estar bajo la vivienda, en edificio anexo o contiguo.
Hay pocos hórreos y éstos son pequeños. A medida que vamos subiendo se gana al O la visión de la margen izquierda del río Pigüeña y las aldeas de Robledo y La Rebollada. Se adivinan las colladas de Los Cadavales y Catabietcho, en la sierra de La Serrantina.
Pasamos la braña Los Llanos, de grandes prados con cabañas de piedra y techo de teja curva. Poco después encontramos en el camino gran cantidad de pelo (más tarde, ya en Villar de Vildas, el guarda, Mero, nos explica que son restos del ataque del lobo a un ciervo). Continuamos ante las ruinas de otra braña que parece destruida por el fuego porque todas las cabañas presentan un similar grado de desgracia. Algunas tenían la planta circular u ovalada –supuestamente, éstas tendrían techumbre de teito-,  otras cuadradas, y varias con un murete que haría las veces de corral. Desde aquí hay un tramo de camino cubierto por la maleza y de andar bastante incómodo.
Cuando llegamos a la braña El Cascarón encontramos a vecino de Corés -marinero en tierra, tocado de boina y pipa entre dientes- con el que Lucas entabla conversación.

Lo interroga y resulta tener 86 años. Subió para disfrutar viendo sus posesiones de prado y cabaña y las pequeñas manadas de venados que por aquí pastan. Vive con su esposa en Corés del subsidio de 45.000 pts/mes. Comenta nuestra afición y aspecto, y con desparpajo advierte que Antón, a juzgar por sus colores y volumetría no subirá. Le calculó unos 60 años y dijo:
-Pa tener cincuenta y pico ta bien conservao, hom. Val más que non se apure si quier llegar.
Antón no se lo toma muy en serio, quizá bromea o chochea el paisano, pero piensa:
-¿tendré tal pinta? será la barba blanca.
Seguimos caminando viendo Corés en el fondo del valle.
Al llegar a la siguiente braña (de El Monte) Juan Carlos da la alarma al descubrir en la ladera un grupo de venados. La alegría nos inunda y pronto, con varios pares de ojos, vemos más. Esta braña se sitúa en la base misma de una forma topográfica parecida a una joroba formada claramente por materiales alóctonos pero que no se puede concretar la causa de su arrastre hasta aquí.
La sierra de La Serrantina se ve en casi toda su extensión y detrás emerge la blanca cabeza de Rabo de Asno (1.894 m). Observamos que todas las vallinas que origina en su caída al E hasta el río, las de la cara S están cubiertas de monte bajo y las de la N de bosque; colegimos que la primera ofrece mejores condiciones para pastos por lo que fue talada y quemada mientras que en la segunda se dejaba crecer la madera para leñas, construcciones y aperos.
En la nieve aparecen numerosas trenzas de huellas. Poco a poco vamos avanzando y ya se ve la collada. Está nevada y refulge dando una luz irreal. La silueta de algunos venados correteando contribuye a dar un aire mágico al momento. Comentamos, no sin sarcasmo, algunas de las expresiones que usan los cazadores al fabricarse la imagen que desean. Personalidades peculiares las de estos depredadores de Sarrasqueta y Winchester.
Estamos bordeando una de las zonas catalogadas de uso restringido especial dentro del Plan Rector de Uso y Gestión del parque Natural de Somiedo. Vamos en alerta roja por si vemos un oso o sus huellas. Desde la collada se conquista otro paisaje inédito y magnífico: a la derecha -S- El Mocoso

y el espléndido bosque que reviste su cara N. A nuestros pies se cobija Perlunes; en un plano posterior Urria y la cónica Peña Furada guardando la entrada a Valle de Lago; más a la derecha la sierra de El Rebezo; y al frente, la crestada cumbre de El Micho asomándose al valle de Saliencia.
Descendemos hasta el alto del Collado de Perlunes y emprendemos el descenso hacia el valle por un camino nítidamente marcado. Vamospor un acebal que en otros tiempos fue importante mancha a juzgar por su extensión y el grosor de los troncos que quedan. Hoy está muy deteriorado y muestra las huellas de numerosos incendios. Llegamos a la braña de Villarín y observamos que tiene dos barrios: uno a la solana, la solana, de grandes cabañas de piedra y prados cercados por paredes –propiedad particular- y otro en la umbría, al otro lado del reguero. Sin divisoria de prados, se reduce a los restos de cabañas pequeñas, circulares u ovaladas y que tuvieron cubierta de teito. La primera pertenece a Villar de Vildas y se ve en uso; la segunda, mal orientada y de mal suelo, ya fue abandonada hace muchos años. Pertenecía a los vecinos de Robledo:
Mociquines de Robledo
que abrañáis en Villarín,
tenéi cuidao con los mozos
que vos riesguen el mandil.
Después se encuentran las brañas de La Moral y de El Resellar. Algunas tienen techado de teito. El agua pone fondo melodioso a esta última parte de la excursión corriendo por arroyos, prados y caminos. Completa dándole vida y riqueza y, además –gratis- sirve para beber.
Llegamos a la carretera y muy pronto a Villar de Vildas A la entrada hay un abrevadero en el que quedan unas otcheras obstruidas ya por el abandono.
Los habitantes de este pueblo nunca fueron vaqueiros de alzada, sí los de Robledo. Se conserva la totalidad de las casas con las construcciones antiguas pero en mal estado. Sucias ellas y su entorno. En Villar de Vildas, mesonera joven, alegre y parlachina. Nos ameniza con su charla sincera. Afirma que le resultamos caras conocidas y pronto
nos sentimos rodeados de un ambiente casi familiar.
Aunque no todos los pueblos somedanos practicaban la trashumancia propia de los vaqueiros de alzada, sí se relacionaban mucho con este grupo, ya que aquellos, en su tránsito de la montaña a la Marina, siempre pasaban por los valles. Así se encuentran por aquí muchas canciones vaqueiras y algunas cargadas de picaresca:
Los vaqueiros vanse, vanse,
las vaqueiras tchoran, tchoran,
¡Ay probe de mí cuitada!
con quien voy dormir agora.
Mociquines de Robledo
que abrañáis en Villarín,
tenéi cuidao con los mozos
que vos riesguen el mandil.
Madre mía estoy encinta
Fía mía, corazón;
las castañas qué comiste
¿de qué casteñeu son?
La primera pertenece a Villar de Vildas y se ve en explotación; la segunda, mal orientada y de mal suelo, ya fue abandonada hace muchos años.
Después se encuentran las brañas de La Moral y de El Resellar. Algunas tienen cubierta de teito. El agua pone fondo melodioso a esta última parte de la excursión corriendo por arroyos, prados y caminos. Completa dándole vida y riqueza, además –gratis- sirve para beber.
Llegamos a la carretera y muy pronto a Villar de Vildas. A la entrada hay un abrevadero en el que quedan unas otcheras ya obstruidas por el abandono.

Los habitantes de este pueblo nunca fueron vaqueiros de alzada, sí los de Robledo. Se conserva la totalidad de las casas con las construcciones antiguas pero en mal estado, sucias ellas y su entorno.
En Villar de Vildas, mesonera joven, alegre y parlachina. Nos ameniza con su charla espontánea y cantarina. Afirma que le resultamos caras conocidas y pronto nos sentimos rodeados de un ambiente casi familiar.
Esta recopilación de canciones vaqueiros con voz de Juan Uría Maqua es de gran valor etnográfico y sin más acompañamiento musical que su torrente de voz. 
https://drive.google.com/drive/folders/0B8yvlL1_M_LsfkVYb2N3c3NYc0tqNldJNEpnTTNlNTRyZzFUZW5kdGY3R1dUR3F0LUlRdkE

BRAÑAS

En La Rodriga (Cornellana, Salas, Asturias) se elige La Carretera que va a Pola de Somiedo y ya en Aguasmestas la que lleva a Santullano, Pigüeña, y muere en Villar de Vildas, éste es el último pueblo.
Villar de Vildas
Villar de Vildas
 Se toma aquí una pista apta para vehículos agrícolas que se dirige hacia el S siguiendo la margen derecha del río Pigüeña, de riberas y aguas totalmente limpias. A los 2 km, aproximadamente describe una amplia curva y se orienta hacia al SE. El valle está perfectamente señalizado y con toda claridad se indica que, salvo los vecinos dedicados a la agricultura y ganadería, únicamente caminando se puede continuar. A la derecha (O) otros letreros destacan la prohibición de paso para los excursionistas, se trata del bosque de Las Sendas que dentro del plan rector del Parque Natural de Somiedo está catalogado como Área de Uso Restringido Especial, por vivir en sus profundidades algunas parejas de oso pardo, también urogallos y otras especies de herbívoros y carnívoros. 
El aumento de la ganadería espoleó la importancia de los pastos y comenzaron los pleitos con sus propietarios: monasterios o corona. La documentación medieval describe algunos como el del monasterio de Corias con el conde Piniolo (1101), en 1140 contienden el mismo monasterio contra los vecinos de Forcinas (Pravia); aumentan los disputas y en el s. XIII ya es una situación generalizada. Se enumeran a continuación algunos de los custodiados en los archivos y ya se entra en el siglo XV.  
"Ejecutoria del pleito litigado por Ares de Omaña, vecino de Cangas del Narcea (Asturias), con el Concejo de Villar de Vildas (Asturias), Pedro Queipo, Martín Queipo y consortes, vecinos de dicho lugar, sobre posesión de una braña"
Archivo:
Archivo de la Real Chancillería de Valladolid
Signatura: REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 1553,15
"Ejecutoria del pleito litigado por Juan Caunedo y hasta cincuenta y un vecinos de los lugares de La Rebolleda, Cerezales, Robledo, etc... con Roque González Pardo y otros vecinos del lugar de Villar de Vildas, en el concejo de Somiedo (Asturias), sobre aprovechamiento de pastos en dichas Brañas y las de Vildedo, Villarín, Fervellín y otras de Asturias"
Archivo:
Archivo de la Real Chancillería de Valladolid
Signatura: REGISTRO DE EJECUTORIAS, CAJA 3371,35

"Sobrecarta de una carta inserta -su fecha: 30 de marzo de 1496- por la que sus Altezas mandan se haga efectiva la presentación que hicieron de Juan González Bravo de Arce, su capellán, para el beneficio simple de San Miguel de Villar de Vildas, que es del concejo de Somiedo, y para el de Santa María Magdalena de Cangas de Tineo"
Archivo:
Archivo General de Simancas
Signatura: RGS,LEG,149710,146
Los conflictos por pastos se mantiene hasta hoy, prindar es su figura legal más popular y ampliamente recogida en ordenanzas locales y regionales.

La Pornacal

La Pornacal
 La Pornacal (1.150 m) es el mayor y mejor conservado conjunto etnográfico. Son más de 30 construcciones con techo de cubierta vegetal (teito) hecho con retamas y brezos, en casi perfecto estado de conservación por el uso que le dan sus propietarios. Estos edificios responden a un modelo de economía basado en el pastoreo y ocupación estacional de las praderías que las hizo necesarias. Llegaron a nosotros porque el modelo perduró hasta hoy. Es de temer que seguirán poco tiempo más prestando los servicios para los que fueron construidas. Guardan gran similitud con construcciones celtas del NO de la Península, de Bretaña y de las Islas Británicas. Algunas de las cabanas tienen tallas de piedra –resulta especialmente hermosa una con dos caras- y todas con paredes macizas, también un pequeño recinto adosado rodeado por una pared que sirve para el ganado, el cucho, o los aperos.
La Pornacal
Casi exactamente al O de La Pornacal, ladeando la mirada un poco al O se ve una alta montaña, es el pico El Cogollo de Cebolledo que juntamente con Peña Treisa (1.923 m) y Las Camposas (1.841 m) forman un pequeño circo en la parte asturiana en el que se aloja el lago Bueno -6 m de profundidad máxima- cuyos excedentes forman un segundo lago más pequeño.
Continuamos nuestro camino por el fondo del valle y con el mismo rumbo SE y vemos una cascada que se puede considerar el nacimiento del río Pigüeña. 

Alto Pigüeña
Encaje del Lago Bueno en El Cogollo

Lago Bueno
Remontando un desnivel nos alejamos del río dejando a la izquierda, el camino que lleva a la collada La Festiecha y seguimos por la derecha hasta un rellano en el que nace la cascada. Aquí se asienta la braña Los Cuartos, las construcciones son más pequeñas que las de La Pornacal, algunas con el techo cónico y casi todas en lamentable estado. Están prodigiosamente enmascaradas entre los grandes bloques de piedra que en el pasado se desprendieron de Peña Canseco. Rebasada la braña, a la izquierda según subimos, está la fuente El Piojo; más adelante la de La Paradona y al final la de Los Cerezales.
A los 1.650 m llegamos a unas ruinas en las que se reconoce una antigua braña por la forma circular de las paredes que quedan. Desde este punto, volviendo la vista atrás nítidamente se ve  el camino que sube a La Festiecha, también el pico El Mocoso (1.988 m vértice geodésico de 2a categoría) al E. Al S, por el puerto de Los Cerezales, se sale a las tierras leonesas. Dentro de las muchas canciones de ritmo vaqueiro que se cantan por estas montañas, algunas de ellas aluden al desprecio que el vaqueiro siente por los xaldos:


Los Cuartos
Lo que venga del marnueto
ya lo que venga del xaldu
pa la braña del vaqueiru
la mía parte doula al diañu
Aunque al par del monte
entre los riscos metida
nin marnueta nin xaldinus
me verán cara de risa
Vale más una vaqueira
con una saya d’estopa,
que una xalda o una maruya

vestida de buena moza.

Otras presentan orgullo de raza y clase:
Soy vaqueiru soy vaqueiru
vivo entre la vaqueirada,
soy fichu de Xuan del Rancio
ya menéome pa la braña.
Los señores tienen don
ya heredáronlo na calle
a mí me llaman vaqueiro
ya heredéilo de mío padre


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