EXCURSIÓN A LA VEGA DE ARIO CON OPCIÓN AL JULTAYO

25 de marzo de 1995
Magnético es el atractivo de los Picos de Europa y no se puede transitar por ellos sin ser víctima de su hechizo.
Fue el primer parque nacional de España (1918), debe su 'sombría' fama a los numerosos accidentes de montaña que se han producido y a la gran riqueza de paredes y cañones que ofrece para la práctica de todos los deportes de montaña.
La llegada al lago Enol, con un poco de suerte, puede ser una imagen casi mágica si aparece flameado por la niebla y al fondo Peña Santa de Enol jugando al escondite. La misma encantada estampa se puede encontrar en El Ercina.
Desde el lago Enol se hizo una carretera a la parte alta de la vega Comeya que termina debajo de la base del Ercina. Se trata de acceder a un gran aparcamiento, que contará con algunos servicios, bajo la administración del ICONA Ante esta iniciativa reaccionaron en contra algunos vecinos de
Cangas de Onís a través de INCATUR (Iniciativas Canguesas de Turismo). Antes de la llegada a la explanada que acoge el lago hay -subiendo, a la izda.- un relleno de pináculos que parecen grandes termiteros. Se debe esta morfología a un pasado de clima tropical con abundantes precipitaciones
que disolvió la caliza y dejó este profundo lapiaz que, mucho más tarde, se rellenó con los materiales morrénicos que arrastraron los hielos de la última glaciación. Este lugar, aunque de pequeñas dimensiones, mereció la calificación de PIG (Punto de Interés Geológico).
En este lago hay una numerosa población, estable, de fochas; en los dos lagos, abundan truchas y cangrejos -autóctonos- de gran tamaño.
Dejamos el coche a la vera del lago Ercina y atravesando la campera nos dirigimos a su extremo NE. Bordeando una gran peña encontramos la senda -bien indicada- que conduce a Vega de Ario. Pasamos al lado de unas cabañas y, en una roca a la derecha, hay un tejo que hace de paipay -nació
en un sitio inverosímil y consiguió vivir varios cientos de años pues tiene el tronco abierto y vaciado-. Alcanzamos una colladina y después llaneamos hasta llegar a un roquedo. Aquí, aunque no lo parezca, es necesario estar atentos porque si nos desviamos a la izquierda apareceremos en la majada Belbín.

Llegados a la majada La Rondiella, disfrutamos de las cuidadas cabañas y el pastoril entorno. Entramos en el peñascal y pasamos junto a una fuente donde una moderna manguera de plástico nos permite enchufar el agua en la boca.
El nacimiento del río Casaño es un lugar con encanto, recoleto. Se trata de una miniatura de cabecera de paredes verticales y fondo casi plano -parece un “cirquín” glaciar- y cuya morfología seguramente tiene algo que ver con climas mucho más fríos. En un extremo salen dos hilillos de agua que se juntan 2 ó 3 m más abajo y forman el primer metro de cauce del Casaño (mucho ha de crecer hasta llegar a La Molina).

Ahora hay que subir hasta una collada y ya se ve El Jultayu. A partir de aquí, SIEMPRE MIRANDO LAS SEÑALES AMARILLAS Y LOS PEQUEÑOS Y COQUETOS MONTONES DE PIEDRA QUE TAMBIÉN JALONAN LA RUTA -JITOS- Y QUE INDICAN QUE ESTAMOS EN EL BUEN CAMINO, no hay nada que merezca la pena resaltar hasta llegar a la collada El Jito. En esta collada se abre el panorama y ahora sí que resulta espectacular.
Al frente está el tajo del río Cares (que encontramos cubierto por la niebla formando un estrecho mar algodonoso) y al otro lado, yendo de N a S, se ve: Amuesa, el Neverón de Urriello, Los Cabrones, Torre Cerredo y, ya encima de Caín, Dobresengos.

A nuestra derecha el Jultayo, la cresta de Peña Santa de Castilla y el Cuvicente. Tras un suave descenso llegamos a la vega de Ario, donde hay algunas cabañas y el refugio de montaña Marqués de Villaviciosa.
Los Picos de Europa constituyen por su volumen, modelado y altura, la unidad más destacada del paisaje morfológico asturiano. Se ve desde numerosos puntos de nuestra geografía y resultan particularmente hermosos cuando están nevados y helados. Tienen perfectamente definido su contorno por los escarpados paredones que lo limitan. Se pueden distinguir dos niveles
montañosos escalonados por los bloques que, a distinta altura, se levantaron:
uno al N entre 1.000 y 1.400 m de altura, cuyo sector más significativo es la plataforma del Enol. Está muy carstificada y en algunos puntos retocada por la acción de los hielos o las aguas de fusión de las lenguas glaciares cuaternarias. El otro sector, más al S, se levanta bruscamente hasta los 2.600
m; y presenta un extraordinario y particular relieve cárstico de alta montaña muy marcado por los hielos de la última glaciación. No hay red fluvial jerarquizada ya que, salvo en sus límites, en el interior no existen ríos y son los jous y las cresterías que los separan los elementos que definen el relieve, y que están muy modificados por la acción de los hielos. Presentan numerosas formaciones glaciares y periglaciares, y frecuentes depósitos de tipo morrénico.



Aunque se extienden de E a O y en ellos se localizan las cumbres más elevadas de la Cordillera Cantábrica, no constituyen una línea de separación de cuenca hidrográfica. Están atravesados perpendicularmente y enmarcados por los ríos Sella, Cares, Duje y Deva, que nacen en las montañas de la divisoria; y los tajan formando profundos desfiladeros. Estos cañones dividen el conjunto en tres macizos: al E, entre el Duje y el Deva (entre el valle que conduce a Potes y las vegas de Sotres, camino de Áliva), el Oriental o de Andara, que no pasa de los 2.300 m e incluye pequeñas fosas tectónicas como la de Sotres; entre el Cares y el Duje se sitúa el Central (el más famoso, duro y
agreste), que incluye las mayores elevaciones de la cordillera como Peña Vieja y Torre Cerredo; al O, el Occidental (fácilmente accesible por Covadonga, más conocido y pisado), entre el Sella y el Cares y, más exactamente, entre la Senda del Cares y el Valle de Angón, que comprende el Cornión y alberga los lagos Enol y Ercina. La gran originalidad de los Picos de Europa radica en la combinación entre las formas cársticas, de acumulación glaciar y las de carácter mixto.
Caminando por ellos se encuentran rocas modeladas por el hielo. Los seres vivos más interesantes son de pequeño tamaño, tales como flores e insectos, aunque el más afamado sea el rebeco.
En todo el conjunto predomina la caliza de edad carbonífera. La naturaleza de esta roca, soluble en agua de lluvia, permitió que las depresiones cerradas se ampliaran lentamente y se originaran galerías, simas, y todas las formaciones cársticas propias de su naturaleza. Toda la unidad está ahuecada por estos fenómenos.

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