Después de Vega del Hórreo, a algo menos
de 2 km, aparece un pequeño molino en la margen izquierda del río, y poco
después otro en la derecha molino de Salce). Unos centenares
de metros más adelante hay a la izquierda una explanada amplia y un puente
de reciente construcción. Aquí dejamos el coche, cruzamos el río y seguimos un
ancho camino de firme de cemento que inicialmente presenta
bastante pendiente, después se alcanza un rellano, encontramos unas fincas de labor
y un pequeño pueblo totalmente escondido llamado Combo (no había señalización
en la carretera). La mayoría de las casas son de piedra vista,
algunas con antojana cerrada, todas con panera (los pegollos de las paneras
tienen forma fusiforme muy achatada) y todas las construcciones tienen tejado de
pizarra; con una ermita dedicada a santa Eulalia, ofrece un
bonito conjunto. El camino atraviesa el pueblo y
sale por un castañedo con varios ejemplares notables. En los
troncos de casi todos se aprecia el engrosamiento producido por el injerto, algunos
tienen cerca un pequeño corro para depositar los erizos, así pueden
permanecer largo tiempo consiguiendo que en el receptáculo se alcance un preciso
nivel de descomposición y el fruto se conserve con la humedad necesaria.
Los montes que quedan a la
derecha son los Tesos del Mosquito y detrás de éstos están los Montes
de Monasterio. Los castaños nos acompañan largo
trecho. Por la derecha circula el río. Se ven algunos prados pequeños.
Llegamos a una bifurcación en la que seguimos por la derecha. A esta
misma mano y en el monte vemos un cortín; por la izquierda y siguiendo el
curso del arroyo del Teiciel se va a la braña del mismo nombre. En una segunda
bifurcación hay otra llamada de Mestas. Las cabañas son de grandes
dimensiones (una de ellas está caída) y en la solana hay un colmenar. Aquí también
seguimos por la derecha (valle de Cimera). El camino no ha cambiado. Continúan el río y los grandes castaños. El cambio se produce cuando cruzamos un puente y casi inmediatamente una pequeña presa de regadío. Ahora nos alejamos del fondo del valle y empezamos a ganar altura. Dejamos el río a nuestra izquierda, el nuevo camino está tapizado por hierba corta que consigue acolchar muy gratamente nuestros pasos.
seguimos por la derecha (valle de Cimera). El camino no ha cambiado. Continúan el río y los grandes castaños. El cambio se produce cuando cruzamos un puente y casi inmediatamente una pequeña presa de regadío. Ahora nos alejamos del fondo del valle y empezamos a ganar altura. Dejamos el río a nuestra izquierda, el nuevo camino está tapizado por hierba corta que consigue acolchar muy gratamente nuestros pasos.
Ganamos más visión a medida que
ascendemos. Se acabaron los castaños y en la falda de la montaña de la
izquierda hay algún roble y muchos abedules, en la derecha monte bajo de
ericas y algún piorno. De nuevo cruzamos el río (todos los puentes están
construidos con traviesas de ferrocarril). A la derecha hay un pequeño prado. El
camino se hace más pendiente y aparecen algunos acebos.
Continuamos. Hacen su presencia
varios ejemplares aislados de carvallo y abedul. Pronto llegamos a la
braña La Cimera. Está situada en la solana y con abundante agua. Las
cabañas son grandes, tienen cuadra para el ganado y un piso superior para
la hierba. Todas estaban abiertas y algunas tenían pequeñas cruces de madera
sobre la puerta. Lo más llamativo resultó ser el tejado. Era de tablas. Tan
sólo una tenía grandes losas. Cerca de todas ellas crecen numerosos fresnos,
que muestran las huellas de las podas de muchos años.
A partir de aquí el camino se va
perdiendo poco a poco. Se ven algunos ejemplares de carballo,
son los restos del espeso bosque de caducifolios que antiguamente
pobló esta ladera. Ahora seguimos las sendas hechas por el ganado,
aproximadamente, por el curso del arroyo. Hay que caminar entre ericas de gran tamaño
y resulta costoso. En un punto determinado sale un desvío a la izquierda
pero es difícil de encontrar y apenas hay referencia alguna y lo mejor será
seguir las veredas que a esta mano aparezcan.
De no acertar con la adecuada nos
veremos obligados a caminar entre zarzas y ericas hasta la collada.
No se aprecia más vida que la
vegetal. Por momentos el silencio es un masaje para el alma.
-Por favor, póngame dos horas de este
silencio.
-No puedo. Es de todos.
-No me vengas con chorradas. Lo pago y
listo.
La collada se llama Chao de la
Laguna. A nuestros pies se extienden los restos de los famosos bosques
de Valdebois y de Seroiro. A la izquierda (S.SE) se sitúa la cabecera del río
Aviouga (Biouga, en algunos mapas). Mirando en el mismo sentido se aprecia la
muesca que deja la carretera a San Antolín de Ibias en la falda de la montaña
y, detrás, el pico La Candanosa (1.680 m): el más alto del monte
Muniellos y que constituye su cierre natural al SO. Desde la collada, a la izquierda,
hay varias cimas a las que se puede ascender sin otro problema que la
incomodidad de la piedra suelta de sus laderas. La loma de La Argasada, por la
derecha. A la izquierda quedan La Carcabina y
el pico Cazarnoso. Tiene una
panorámica de 360º. Al S, cierra Muniellos el pico Candanosa y, por encima, se
ve el Cueto Arbás y se distingue la oquedad que acoge su laguna; al N El pico
Tonón (al otro lado está San Pedro de las Montañas); al E.NE Peña Manteca; al
SO, O y NO la sucesión de planos de las sierras
peneplanizadas que le dan al occidente astur su aspecto apalachano, se adivina
el valle del Navia y las proximidades de Grandas de Salime.
Los bosques de Valdebois y
Seroiro están principalmente poblados de robles y abedules.
Este pequeño cordal que se
extiende entre el puerto del Pozo de las Mujeres Muertas y el puerto de El
Connio se llama Sierra de Cazornoso.
El descenso no tiene pérdida.
Sale una senda que enfila hacia el N y en poco tiempo nos plantamos en
la braña La Cimera.
En Asturias empezó la expansión
del bosque atlántico hace unos 10.000 años, después de la última
glaciación, pero con la mejoría del clima también aumentó la población de
humanos y su incidencia negativa sobre las superficies arboladas.
El bosque no sólo produce madera,
es una compleja integración de seres vivos, muchos de los cuales
no pueden vivir fuera de él. Un dato revelador: la reducción de un 10 % de área
supone la desaparición de la mitad de las especies que la pueblan.
Spinozza (s. XVII) decía: “LA
NATURALEZA DETESTA EL VACÍO”. El paso del Paleolítico al Neolítico
fue decisivo por la importancia que alcanzan los procesos agrícolas
y ganaderos al usarse el suelo para cultivos y pastos; más adelante vendría la
minería, aperos, navíos, edificaciones
varias, energía (ferrerías,
fundiciones, calor).
La franja atlántica en la que se
sitúa Asturias atacó el bosque con los mismos fines que en cualquier
latitud pero con medios diferentes. Aquí se opuso la guadaña al arado para el
viñedo o las mieses, el pastoreo de vacuno frente al de ovejas y cabras El
clima dominante desde la última glaciación,
nuestra complicada orografía y
esta acción antrópica han dado el paisaje que actualmente presenta.
El pequeño pueblo de Combo tiene
cinco vecinos y 7 niños en edad escolar (cinco de E. G. B. y dos
de B. U. P.). Los más pequeños han de desplazarse hasta la carretera para ser
recogidos por el transporte escolar, a los mayores los va a buscar un Land
Rover al mismo pueblo para asistir a sus
respectivos centros en Cangas del
Narcea. Cada vecino tiene un molino harinero hidráulico, aunque en desuso
desde la llegada de la energía la eléctrica.
Al regreso, en la braña Las
Mestas, una familia, vecinos de Combo, compuesta por matrimonio y dos
hijos, preparaba las cabañas para el próximo invierno. Tras el saludo y una
breve conversación reanudamos nuestro camino, poco después fuimos
adelantados por el menor de la familia -un
chaval de unos 13 años- que
regresaba al pueblo conduciendo un Pasqualí cargado de leña. Todos los miembros
de la familia aportan su trabajo y se incorporan a otros niveles
productivos cuando están preparados al margen de las normas al uso en las
ciudades.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS DE MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ SALVO ADVERTENCIA EXPRESA