LOS OSCOS (I)

22 de junio de 1996
Bajamos y seguimos hacia La Garganta (algo menos de 6 km). Es una campera en la que se asientan algunos edificios, hay un cercado de madera que encierra un par de docenas de caballos. Asomadas por los barrotes del cierre, están numerosas personas mirando los animales y charlando. Parece
que se trata de una feria de ámbito local.
Estamos muy cerca de Bustapena y se ven praderías sometidas a explotación intensiva, seguramente pertenecen a alguna cooperativa; ya tienen la “yerba” segada. Tomamos hacia Villanueva de Oscos, a unos 3 km encontramos a la izquierda -bastante a contrapelo- la carretera que va a Marlongo.

Marlongo
Entramos en el pueblo buscando los hórreos de cubierta vegetal. Dejamos el coche junto a la fuente y allí mismo tenemos un ejemplar. Se trata de una construcción de techo de escoba, sobre ella paja de centeno y acordonando concéntricamente el teito, tomando el centro geométrico del hórreo, unas ataduras de paja de centeno. Los hórreos son muebles que, si es necesario, se montan y desmontan
para los traslados. Las uniones de las piezas que los componen se sujetan con clavos de madera, y todas juntas se encajan. Éste tiene seis pegollos pero es de exiguas dimensiones. La techumbre está poco cuidada, le salen algunos musgos y ombligo de Venus.
Marlongo
Damos un paseo por el pueblo y vemos otro hórreo de iguales características pero en mejor estado. Pierde pizarra en varias construcciones y entre todas destaca el hórreo, que tiene el tejado de grandes lajas de pizarra, en perfecto estado de conservación y uso. Resulta llamativo porque el espacio que lo rodea está cerrado por un muro con saeteras que se prolonga hasta unirse con la casa, donde hay una puerta; de manera que sólo se puede ver algo de la antojana desde el camino. La finca que la incluye es de la familia y forma una unidad de explotación.
Marlongo
De la casa sale una señora con la que entablamos conversación (no conoce la escanda, al menos con este nombre) y terminamos comprándole miel. La transacción se cierra en la casa, en la cocina, donde somos invitados a café pero colectivamente lo rechazamos. Miel a 1.000 pts/kg (más o menos). En el pasillo de entrada que hace la distribución hay una máquina de coser; más allá, la negrura de la pizarra impide ver, parece un espacio sin dividir. En la casa vemos dos mujeres, madre e hija. Hablan la fala pero con captar el sentido de la frase es suficiente para nuestras necesidades de comunicación. El pueblo es pequeño, está en bien conservado, poco adulterado. Sorprende, gratamente, ver el alcantarillado de la red de saneamiento.
Seguimos camino de San Martín de Oscos.
Iglesia de San Martín de Oscos

Valle de Soutelo
Pasamos por San Martín y salimos -está la calle en obras- hacia Labiarón y Soutelo. De nuevo paramos en la curva que hay antes de Soutelo para contemplar el pueblo, el angosto valle, y admirar el conjunto arquitectónico del emparrado y los cinco hórreos. Al pasar por Soutelo un letrero advierte que está cortada la carretera; paramos y buscamos conversación. Entramos en el núcleo que habíamos visto, que desde dentro es más hermoso que desde fuera. Al oír ladrar al perro y a nosotros hablar, sale una mujer de edad madura.
Soutelo
De buen ver, limpia, de aspecto sanote, y fácil verbo. En aquella casa hacen vino los años que la cosecha lo permite. Aquí, si nos hubieran invitado, sí que habríamos aceptado un vaso. Las parras cruzan el camino y cuelgan de los aleros de casas y hórreos.
FOTOGRAFÍA Y TEXTOS DE MANUEL ANTONIO MIRANDA SALVO ADVERTENCIA EXPRESA

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