PEÑA CHANA

Peña Chana desde el Valle del Lago
Realizada el 4 de junio de 1994
De nuevo se eleva el listón y cada día supera al anterior. Colosal es la panorámica que esta peña ofrece del sector occidental de la cordillera Cantábrica y del sinclinal de Saliencia en particular.
Desde Pidrafita de Babia se sigue la carretera al puerto de Somiedo, pero mucho antes de llegar al puerto, en Vega de Viejos, se toma la desviación para La Cueta (1.400 m), punto de partida de la excursión. Es un poblado pequeño y ruinoso, habitado estacionalmente por los pastores que
cuidan su ganado en estos pastos de altura. De muchas casas quedan algunos lienzos de pared y un sembrado de la pizarra rota que tuvieron por tejado alfombra los caminos. Otras se reconstruyeron con bloques de prefabricados de hormigón, se cubrieron de uralita y cerraron sus puertas y ventanas con planchas de hierro. Hoy tenía un sólo habitante que pasaba el día con un par de niños de corta edad.

Los prados que rodean el pueblo tienen acceso por anchos caminos -parecen cordeles de La Mesta- que permitieron el paso de rabadanes, perros y rebaños de churras y merinas que en el estío venían huyendo de la España reseca:
¡Ay!, dehesas de Extremadura,
rebaños de lana fina,
mastines que están de guardia,
buitres de sagaz pupila
que siempre van al acecho
de la oveja mal herida,
y órdenes del rabadán
dominando la vigilia
de la noche y la majada
que en el cerro se cobija.
Las ordenanzas de 1730 de algunos de estos pueblos recogen la conveniencia de los vecinos más pudientes mantengan perros mastines:
... para la guarda de ganados, previa selección hecha por hombres desapasionados,
mandando la vez se eliminasen los que fuesen cuscos o de mala raza
Aquí se juntan dos brazos de agua: uno baja de la falda S de Peña Orniz y otro de Peña Chana. El curso que se origina a partir de aquí se llama Sil.
Dejamos el coche junto a la iglesia y emprendemos la marcha por el ancho camino que bordea el arroyo que llega por la margen izquierda (O). El que llega por la derecha (E) lleva a la base de Torre Orniz. 
Al principio hay prados, pero pronto éstos se reducen a las márgenes del río y el resto queda en abertal. En el primer cruce que se encuentra se ha de seguir el camino de la derecha. Algunos tramos están invadidos por piornos. Se llega a un chozo construido totalmente por piedras (incluso la cubierta); es un modelo de origen remoto y del que apenas quedan ejemplares en nuestra tierra. Servía de refugio al pastor y algunas crías de ganado que por inclemencias meteorológicas,
debilidad o enfermedad necesitaban especiales atenciones. 

Desde aquí se ve en toda su extensión la enorme crestería de Peña Chana alineándose de SE a NO. Parece fácil la conquista. Poco después se bifurca el arroyo y queda reducido a un par de regueros. Se sigue por la derecha. Al llegar a una cubeta de evidente origen glaciar, y pocos centenares de metros antes de llegar a la collada que da vista a la braña de Murias Llongas, se gira a la izquierda y empieza la ascensión en zig-zag, pero siempre por la falda SO. A medida que se va ganando altura aparecen las montañas de La Paredina y por encima Peña Orniz. Se camina con facilidad, sin peligro, a buen ritmo.
A partir de los 1.900 m se ven la braña de Murias Llongas, una pequeña parte del valle del Lago y la morrena que lo cierra por el NE. El espectáculo empieza y la vista es incapaz de fijar puntos de observación: Peña Orniz, los Albos, el Montihuero, el Muxavén, El Cornón, peña Canseco,
Rabo de Asno, el Diente, el Putracón y el alto de El Mojón son algunos de los puntos culminantes que se ofrecen. Fantástico exceso de oferta. Se camina, casi cresteando, por la cara SO. Las Duernas (o Morteras) se ven perfectamente y se reconocen los “cráteres” que salpican toda su extensión
y a la que deben su nombre.
Antón se va retrasando pero camina relajado y feliz, como un niño en un parque de atracciones. No le da tiempo a atender todas las llamadas de la Naturaleza: flores, piedras, fósiles, montañas, y la huella de los hielos sobre ellas.
Quedan algunas trincheras de la última contienda civil.
Cuando por fin alcanzamos el vértice geodésico y el buzón de cumbres,




estallamos en gritos de júbilo. La visión es de 360º: desde el Catoute a -probablemente- Peña Trevinca, el Muxavén, El Cornón, Rabo de Asno, el Mocoso, Tineo, Aguión, Peña Mayor, El Aramo, Peña Ubiña, Peña Orniz,
los Albos, los Bígaros, El Micho, Peñas Negras, y un sinfín de hermosísimas montañas. Más cerca, Santa María del Puerto, El Diente y el Putracón, Pola de Somiedo, ¡EL LAGO DEL VALLE REBOSANTE DE AGUA!. Juan Carlos señala con detalle el corte que se ve en la ladera hecho por el Camín Real de La Mesa.
Estas montañas somedanas están desnudas pero no dan una impresión de desolación como las de Cangas del Narcea. Aquí, a estas alturas, nunca hubo bosques, mientras que en las otras los árboles fueron casi exterminados y del expolio queda abundante documentación, más la presencia
en el paisaje de la característica vegetación de ericas, piornos, gamones que sustituyen a los bosques talados, quemados y degradados.
Tomás nos abandona y se acerca al borde NE, levanta los brazos al cielo y nos llama a contemplar el paisaje que se abre a sus pies. Aquí se han de extremar las precauciones porque limado por el hielo el fondo del valle de Lago dejó en la parte de arriba paredes verticales. Las camperas del valle lucen
un verde oscuro luminoso. Emprendemos el regreso en medio del buen humor general. Buscamos un sitio para comer las manzanas.
TEXTO Y FOTOGRAFÍA DE MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ SALVO ADVERTENCIA EXPRESA
Meroy y La Cueta son los últimos (o los primeros) pueblos de La Babia Alta. La Cueta es el pueblo más alto de toda La Babia y lo forman tres barrios: Cacabillo, Quejo y La Cueta. Una vez en La Cueta decidimos buscar un sitio para ver el final de etapa del Giro. En Piedrafita nos dijeron que en
ninguno de los pueblos de los alrededores se captaba la señal de Tele5. Ante estas limitaciones, nos dirigimos a Santa María del Puerto para comer algo.
Regresamos por el puerto de Somiedo, que ya tenía muchas vacas en sus pastos.
TEXTO Y FOTOGRAFÍAS DE MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ SALVO ADVERTENCIA EXPRESA

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