Salime y Allande, 80 km2 dominados

30 de marzo de 1996
Bordeamos el final del s. XX y aún encontramos rincones genuinos en Asturias, ¡y no pocos! Los que medien el siglo XXI nos verán como nosotros a los que conocieron diligencias, ventas, bandoleros, facas y trabucos.
Con un tiempo endemoniado, el coche (4 x 4) nos puso en Berducedo (948 m) en un instante. Se trata de una aldea de unas 40 casas situada en una llanura en los interfluvios de cabecera de los ríos del Oro 
y Rozados, afluentes del Navia por la derecha. Hoy está en un cruce entre la antigua -y ahogada- carretera a Grandas de Salime y la nueva, que cruza el río por el muro del embalse. 
Berducedo
Recordamos la parada que hicimos aquí cuando recorrimos el Camino de Santiago, y algunas incidencias graciosas.
Empieza el verdadero viaje.
Salimos por la carretera que va a Valle del Oro -antes de ser anegada por el embalse llegaba hasta Grandas de Salime- y pasados un par de km, en El Llanteirón, nos desviamos por una pista de tierra que sale por la derecha hacia la ermita de Bedramón (170 ha se ardieron en 2006). Viajamos expectantes porque, en alguna ocasión, se vieron urogallos por este pinar, y sí conteplamos unos corzos y, simultáneamente, una hembra de urogallo en el suelo, con tanta calma, que le dio tiempo sobrado a contemplar el vuelo de despegue. Cruzamos una gran mancha de 2.000 ha de pinos (ante de ...).
Tras unos 5 km llegamos a la ermita de Bedramón y quedamos pasmados por la belleza del lugar: una capilla de grandes dimensiones en una campera rodeada de pinos, una fuente con un canalillo de agua que remansa en un abrevadero, y una construcción como almacén ¿de qué?, constituyen toda muestra de actividad humana. Este santuario mariano pudo haber nacido como cristianización de una necrópolis dolménica. A mediados del s. XVII se fundó la cofradía de Nuestra Señora de Bedramón. Consta la fábrica religiosa de pórtico, nave alargada, cabecera destacada, contrafuertes, y cubierta de pizarra. Las imágenes originales fueron destruidas durante la guerra civil.
Bedramón
Mitrula paludosa, seta hallada 
en la escorrentía de la fuente
Seguimos por la pista y salimos del pinar. Las grandes camperas que nos rodean proceden de roturaciones recientes (década de los 80). Están dedicadas a forraje de corta y diente y cerradas por alambradas; en una que queda en un alto, a la derecha, vemos una corza paciendo, nos mira y sigue dedicada a lo suyo. Asomamos al valle del río Couto, afluente del Navia. Descendemos. A la izquierda queda Pena Blanca (1.133 m). 
Seguimos a Villarpedre por la pista del medio, saldremos a la antigua carretera de Pravia a Lugo (que pasaba por Salime y Grandas de Salime) y por otra pista retornaremos al mismo lugar. Frente a Paradas, en el antiguo camino a Busvidal visitamos Albas de Ferreras (tres grandes cuerpos cierran una antojana, de la que destaca la cocina con el horno adosado y una zona porticada sobre grandes columnas de pizarras apiladas con una increíble perfección. 
¿Acaso una ferrería de las muchas que hubo en el occidente astur?. Aún admite fácil restauro.
Se ve el pantano y las contadas edificaciones de Salime que no fueron anegadas. 
Salime
La pista rodea el Pico Valiel (865 m) y cruza monte bajo de cotoyas y ericas; de vez en cuando, coníferas y algún abedul salpican el matorral.



Se llega a Villarpedre. Desde arriba se ve un conjunto de pizarras pardas y ocres de volumetrías más o menos prismáticas y, entre ellas, los tejados de planos ceniza, plomizos, pizarrosos; alrededor están las huertas con nabiza florida. El pueblo está apretado, construcciones contiguas y caminos estrechos. Los hórreos con pegollos fusiformes y algunos con hermosos grabados en las colondras. La iglesia está en el extremo O, casi incluida en el pueblo, y el cementerio 

enfrentado a su puerta principal (pocas tumbas e iguales, no hay panteones). 
Villarpedre
Viñedo relicto: cepas protegidas por un murete de piedra -hace de bancal- y se enroscan a una gran vara tan larga como la pared y forman una especie de emparrado. Seguramente que están instaladas de la misma manera que el primer día de su introducción.
Abandonamos el pueblo prestos y esperamos al barquero, que muestra los más oscuros rincones del embalse. 
Regresamos bordeando el embalse y espantados de la dura vida (desde nuestra perspectiva) que llevaron los lugareños (se espantarían si hubieran de vivir apilados). A los lados hay pinares y gran cantidad de madroños. En el punto kilométrico 53 nos desviamos a la izquierda siguiendo una pista que, por encima de Cornollo, lleva al Collao del Chao del Lago, del que partimos.
La excursión empieza a declinar porque lo que viene ya es regreso.
Pasamos por Paradas y una vez más apedrean el paisaje la uralita, los bloques de hormigón en las construcciones nuevas y, especialmente, los plásticos que orillan las casas. Salimos a La Mesa, la carretera de El Palo.
Regreso. 

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