POR MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ
Excursión del 8 de octubre de 1994
El pico Aguil |
Se llega a Torce desde San Martín de Teverga, desviándose de la carretera que Lleva a puerto de Ventana. Se Sale de la aldea con rumbo S por un camino ancho y pavimentado, por la cimera del pueblo. Hay a la izquierda, hasta el río, prados cercados por espesas sebes; a la derecha, una impenetrable formación boscosa de avellanos. No hay pérdida posible, el camino sigue (a distancia) paralelo al cauce del río y otros que aparecen a izquierda y derecha no invitan a ser transitados para alcanzar nuestro objetivo.
Poco a poco van desapareciendo los prados. Nos vamos adentrando en el bosque y se mantiene el buen trazado y firme del camino. El rumor de agua apaga nuestras conversaciones.
Hacemos algunas paradas embelesados por el espectáculo. Lucas habla del mundo árabe que tan superficialmente conocemos por la secular confrontación de religiones pero que resulta más próximo en algunos ámbitos de la cultura como la vida solidaria y bulliciosa en común con los vecinos, calles, colorido, hospitalidad, aprovechamiento del agua y la sombra, dominio de la Hidráulica, sabiduría en todo el manejo de los recursos naturales.
Más adelante el camino se aparta del río y se enrosca en la peña ganando altura rápidamente. Salimos del bosque a monte bajo de ericas y, volviendo a la derecha, se llega a una braña. Hay unas pocas cabañas replegadas al abrigo de unas rocas, una pequeña campera rodeada de piorno y algunas vacas -asturiana de los valles, con placa de saneamiento- moscando son las imágenes que constituyen la estampa. A la izquierda (S) se ve el Aguil.
Avanzamos entre piornos -es importante no perder el camino- y entramos en un abedular que pronto da paso a un bosque con hayas, serbales y abedules. Cuando salimos a monte bajo y volvemos la vista atrás, un bello retrato nos guarda la espalda: el cordal de La Sobia en toda su extensión con Carrea, Berrueño y Sobrevilla, Peña Gradura, El Caldoveiro y Maravio, Picos de Europa, la cima de Peña Rueda, El Panchón, El Ranchón, el Huerto del Diablo y la crestería de Peña Ubiña.
Cordal de La Sobia desde el Aguil |
Doblamos un cantil y enseguida contemplamos el anfiteatro de la braña El Aguil. Incrustada la campera y rodeada de piorno, con cabañas bien conservadas aunque alguna derrumbada, y tres maravillosos corros componen el cuadro. Desde aquí se sale al puerto -y braña- La Mesa yendo por el camino de la izquierda (SO) y al Muro (sector algo más al N del mismo “Camín Real de La Mesa”) saliendo hacia el O. Avanzamos en ese sentido y pronto avistamos el tramo del Muro, el alto La Cuguruza, Peña Negra y El Micho. Ahora es importante no perder altura hasta llegar a un espeso piornal, ya sobre la pradería. Atravesando esta formación arbustiva levantamos algunos venados que en su huída ofrecen una hermosa viñeta.
Braña La Mesa |
Llegados al Muro y tendiendo la vista atrás vemos que el matorral -cortado por la caja de la calzada- oculta la braña La Mesa y al fondo está la sierra Los Bígaros (2.045 m). Esta braña pertenece al pueblo de Saliencia, antaño tuvo venta para arrieros (y una ermita, del Ángel, cuyas imágenes fueron trasladadas a Éndriga) atendida por un vecino elegido por sorteo y sin poder ser reelegido. Aquí se detuvo Jovellanos el 27 de junio de 1792 (comió bien pero con hartas incomodidades, manifiesta en sus escritos) y bajó a Teverga por el camino que a nosotros nos trajo, que el ilustrado gijonés calificó como el peor de los que recorrió en su vida. Aquí, en El Muro, nos encontramos con un joven que sin otro atuendo que una toalla y un bañador subió trotando a una cercana montañita; una vez en la cima, quedó erguido y con los brazos en postura declamatoria.
Algunos mojones -los hay de 2 estilos- de los que jalonan la ruta fueron descabezados; éste, el del Muro, se conserva entero. De este punto se dice que hubo antaño alguna construcción de carácter defensivo pero no encontramos resto alguno.
Los Bígaros desde la subida al Aguil |
Seguimos hacia La Magdalena (N) y, del piornal que tenemos al frente, salen tres venados que enseguida notan nuestra presencia y se refugian de nuevo en la espesura. Cuando llegamos a La Magdalena nos sentamos y, arrobados, se nos escapa casi 1⁄2 hora. Contemplamos el valle de Saliencia y las recortadas siluetas de las cabanas que dan, con esta luz crepuscular y contrastada, un aire mágico, evanescente e intemporal.
Fonfría |
Emprendemos el regreso pasando hacia Fonfría por un sendero bastante embarrado. Cuenta la braña con varias cabañas en pie, algunas cabanas, y también ruinas de ambas. El camino sale hacia el N por la margen izquierda del arroyo que allí mismo nace. No ofrece problema alguno hasta salir del hayedo donde invita a seguir hacia abajo, pero es engañoso porque pronto se cierra; se debe seguir por llano hasta ver unos prados a la derecha y allí seguir un sendero hasta ellos. Después, saltando las sebes, se llega al camino principal.
Desde Fonfría hasta más abajo de Carroceda nos acompañó el berrido de los venados en el ritual nupcial de la berrea. Los machos emiten poderosos mugidos con el fin de asustar a otros competidores en la lucha por las hembras. Entablan incruentas batallas entre ellos haciendo entrechocar sus cuernas para cansar o desanimar al oponente.
Torce se asienta en la cara NE de Peña Negra de Torce (1.535 m), a 760 m de altitud. Esta Peña Torce fue un importante puesto de ojeo para la caza del oso. Los cazadores se situaban en la cima y los monteros los empujaban hacia arriba produciendo toda clase de ruidos. Últimos ejemplares abatidos:
3-10-57 muerta hembra de 70 kg
22-9-59 muerto macho de 110 kg
1-11-60 muerta hembra de 123 kg
1-11-60 muerto macho de 87 kg
31-10-61 muerta hembra 60 kg
31-10-61 muerta hembra 55 kg
29-10-62 muerta hembra 120 kg
26-11-62 muerta hembra 56 kg
27-10-65 muerta hembra de 72 Kg
En el año 1122 un monasterio de este pueblo fue donado al de Cluny por el conde Suero Vermúdez y su esposa Enderquina; cuatro años más tarde, el mismo conde lo entregó a la Iglesia de Oviedo.
En abril de 1921 pasó por aquí el eximio D. Aurelio de Llano Roza de Ampudia de camino hacia Somiedo. Un lugareño le acompañó como guía hasta Fonfría (32 cabanas tenía esta braña por aquellas fechas) y de él recoge:
Más quisiera morena
dormir contigo,
que tener la panera
llena de trigo.
Después de dormido
quisiera tener.
la panera de trigo
y a ti por mujer.
El que non tién rapacinos
nin tampoco tién muyer,
unce cuando i da la gana
y desunce cuando quier.
Estos pueblos de Barrio de Cuña, Cuña y Torce se encuentran en el valle de Somoza (o Somaza), hermano menor del de San Pedro (Teverga se estructura en torno a tres valles principales: Val de Santibáñez, Val de Carzana y Val de San Pedro):
El Somoça con la maça
con los moros se embelena
muchos dellos despedaça
las doncellas desempena.
En Cuña hubo un cenobio, bajo la advocación de san Cristóbal, que por orden del mismo conde D. Suero pasó en 1123 a pertenecer a san Salvador de Oviedo.
Aquí se levanta la casona de Cienfuegos, del s. XVIII, con capilla de la misma fecha. Se dijo que en vísperas de una batalla contra los moros y siendo los cristianos muy inferiores en número, su capitán, D. Pedro, ordenó a sus hombres -100- que cada uno encendiera una hoguera y diera vueltas a su alrededor para que el enemigo identificara las sombras con el número de soldados. Así lo hicieron y obtuvieron un clamoroso éxito. Tantas víctimas ocasionaron al enemigo que aún hoy en períodos de lluvias intensas afloran sus huesos en el lugar llamado Fuente de los Huesos. Este glorioso -real o no- hecho de armas figura en el escudo del apellido Cienfuegos.
Cerca de Barrio hay unas paredes ruinosas en un lugar llamado El Tesouro, donde se asegura que hubo minas de oro.
La ruta conocida como “Camín Real de La Mesa” la identificó como calzada romana D. Claudio Sánchez Albornoz, que la recorrió en compañía de su amigo D. Juan Uría sobre los años 20.
En el Campo La Magdalena los vecinos de Teverga (los de la “oreya larga”) no podían llevar a pastar su ganado si no iba el pastor con perro, palo y bocina, según sentencia judicial de 1907, a causa de las numerosas fricciones entre los vecinos de ambos valles. Los de “la oreya larga” deben su fama a cierta raza porcina por la calidad de sus jamones:
Para frailes, San Vicente,
para monjas, Santa Clara,
para gochos en Teverga,
que son de la Oreya Larga.
AUTOR DE TEXTO Y FOTOS MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario