Algunas iridáceas


POR MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ

Todavía no se ha atribuido savia azul  a los vegetales pero es probable que esté el Iris pseudacorusentre los más nobles. Tiene un pasado literario verdaderamente glorioso.





Iris pseudacorus
Es flor encontradiza con los senderistas en algunas zonas encharcadas, arroyos poco profundos, orillas e islotes de los ríos; prefiere los suelos ligeramente ácidos para asentarse. La mayoría de las flores quedan atrás, desapercibidas, a nuestro paso, pero ésta alcanza una altura considerable –puede rebasar 1.5 m- y ‘queda muy bien en un florero’, si las flores conocieran a los hombres se esconderían bajo tierra a su paso; esta planta es cortada para alfombrar procesiones cristianas con sus hojas, las espadañas.

Clodoveo, unificador de la Galia y primer rey de los francos en los últimos años del s. V  primeros del VI y fundador de la dinastía de los Merovingios, quedó entre el Rin y los godos  -de la sartén al fuego o entre la espada y la pared- pero echó un último vistazo y observó verdes tallos con flores amarillas en sus extremos, coligió que sus raíces llegarían al lecho del río, que no sería profundo y podría cruzar para tener mejor posición. Lo hizo, venció, y  adoptó la flor como emblema.

El rey Luis VII de Francia la agregó a su escudo, y desde entonces ‘floreció’ en los de otras casas nobles y hasta en el monasterio de Santa María la Real de Nieva (por los cruces de Casas, linajes, dinastías, etc.).
Pero su nombre tiene orígenes más altos, divinos.
Irises hija de Taumante y de la oceánida Electra, hermana de las Harpías,  se describe en la Ilíada como mensajera de los dioses, es la encargada de hacer llegar sus mensajes –siempre necesitan mensajeros- a los seres humanos (Hermes lo es en La Odisea). Se encarna  en el arco iris que divulga el pacto de los humanos y los dioses y el fin de la tormenta. Se representa como una virgen con alas doradas que viaja con extrema velocidad.



Iris sp.
Las imágenes anteriores representan otras especies del mismo género, que viven en distintos hábitats, pero no han tenido el mismo marketing.

Las Iridáceas  tienen algún otro género muy, muy, afamado, como el azafrán (Crocus sativus) del que no se aportan imágenes porque no será encontrado paseando por la España húmeda, o sería noticia internacional de primera página.




Crocus sp.
Otras florecillas, Crocus también, sí alfombran los prados y de manera generosa.
Pavor me entra cuando algunos cocineros que lucen estrellas de la Guía Michelín adornan sus platos con flores porque combinan bien los colores en el plato: algunas de la Iridáceas –y de otras familias- son tóxicas en todas o alguna de sus partes: zapatero a tus zapatos, Botánica, restauración, y fotografía exhiben nombres diferentes, por algo será y … con las cosas de comer no se juega ¡eh!
Esta corta familia tiene otras flores, Romulea, abundantes en las praderas de diente.



Pese a no ser familia numerosa volveremos sobre ella, Iridaceae, porque en estas entradas se ha de buscar lo que el campo regala a quien sepa mirar, para el resto están percepciones de otros sentidos.


AUTOR DE TEXTO Y FOTOS MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Buscar en este blog