Cascada Seimeira


POR MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ

Está dentro de La Reserva de la Biosfera Oscos-Eo y Terras de Burón.
El nombre es redundante porque en la zona se conocen a las cascadas como seimeiras.
Las cascadas, caídas, cataratas, son sistemas dinámicos, vivos, variables según estaciones, meteorología, y años; el transcurso de los años sólo es apreciable a escala geológica: altura, el ancho del lecho, la forma de las paredes, dependen de las distintas capas que forman la roca sobre la que discurre el agua. El fenómeno se forma, generalmente,  en un río joven, de cauce estrecho, por la desigual resistencia que oponen las rocas a la erosión por el agua.


Este recorrido es una inmersión en las pizarras de Oscos, el sustrato geológico se evidencia en toda piedra a la vista: viviendas, techos, y cierres de fincas por pared.

Mi primera visita a Santa Eulalia se Oscos fue hacia 1975, no había suministro eléctrico por tormenta (supongo que era la causa de la oscuridad) y en el bar que visité –creo que era Casa Pedro- se iluminaban gracias a un motor de explosión convertido en grupo electrógeno; Casa Pedro era un bar-tienda con un amplísimo surtido de todo lo que podía ser necesario,  y tal vez tuviera (no recuerdo con precisión) el piso de suelo visto, roca madre pizarrosa, conjeturo.

Hoy, 40 años después, iniciamos la corta caminata en Pumares, desde al área recreativa, a menos de un km de Santa Eulalia de Oscos.
Siguiendo la orilla del río Agüeira, se pasa por Ancadeira, aldea deshabitada,  con restos de la arquitectura bajo la que vivieron sus pobladores. En Ancadeira se está, aproximadamente, a mitad de camino; se trata de una aldea abandonada en busca de mejores condiciones-¿engañosas?- de vida. A la vista de las ‘comodidades’ de las que hoy disfrutan los habitantes de las villas y ciudades en escenarios de alguna precariedad: no tenían horario ni convenio colectivo, carecían de lavadoras de ropa y de lavavajillas, pero es dudoso en alcanzaran mejor calidad de vida en los pisos-conejera de las urbes a las que irían a parar, como todos, pues todos tenemos origen rural con un recorrido más o menos largo. No resulta fácil encontrar el equilibrio entre unas y otras formas de vida: las actuales no son buenas y las pretéritas parecen idealizadas: incompatibilidad absoluta entre ambas ideas.


El río Agüeiria es fundamentalmente asturiano aunque da sus primeros pasos en tierras lucenses, y desemboca en el Navia. Fue muy rico en pesca antes de la construcción de los embalses de Doiras y Grandas de Salime (los salmones rebasaban Pelorde). Se encuentran en Asturias varios topónimos construidos por Nav-: Nava, Navachos, Naval, Navales, Navaliegas, Navalín, Navalios, Navallo, Navalón, Navar, Navarín, Navarriego, Navarro, Naveces, Naveda, Navelgas, Naveo, Naves, Navexu, Navia, Navidiello, Naviego, Naviella, quizá varios más.

El camino se estrecha y se mantiene siempre rayano al río,  unas veces cercano y otras un poco más alejado. La ruta es sencilla, ondulada, aunque el saldo es siempre ascendente.


Aproximación a Seimeira

Es de gran belleza, recomendable en verano por la galería vegetal que horada, también  en invierno por el aire romántico-fantasmagórico y rico colorido de musgos y líquenes; en toda época resulta grata y un urbanita la recordará como un sueño, creerán haber estado en Brocelandia.

El roquedo está formado por areniscas y pizarras con la vegetación que le es propia a estos suelos. Ofrece una paleta riquísima de verdes de plantas sin flores.


Tras cruzar el núcleo abandonado damos con la senda al otro lado, a orillas del río.
Pronto llegaremos a la base de la cascada.

La comarca de Los Oscos se abrió a Asturias con el paso del puerto de La Garganta.


En las praderías del puerto se celebra anualmente una feria de ganado el 26 de julio que convoca a tratantes de ganado e instala  puestos de venta de productos tradicionales.

La comarca es una penillanura  tajada por la actual red fluvial, las zonas altas son de suave topografía, se dedican a la ganadería, la agricultura, y están separadas por valles muy encajados.
Sobre los encantos de esta comarca es casi ocioso extenderse pues se ha dado a conocer de manera profusamente en los últimos años. La vegetación arbolada se refugia en los estrechos valles y lugares de fuerte pendiente, a mayores alturas reina el monte bajo y las tierras de la meseta. Los árboles se dedicaron a la construcción, aperos, carbón vegetal, mantenimiento de las herrerías; el fruto del castaño fue determinante en la alimentación de los humanos, también de algunos animales domésticos y, por supuesto, silvestres.  



Cascada Seimeira
La más completa vista se alcanza ascendiendo por la derecha del salto.
La quiastolita es un silicato de aluminio que forma inclusiones simétricas de cuatro cristales prismáticos de distribución paralela que forman una cruz característica; se atribuye a un monje del monasterio de Villanueva de Oscos su difusión. En la actualidad es frecuente su presencia en todas las tiendas de artesanía y con infinidad de aplicaciones “mágicas y medicinales”. En esta comarca, en Boal, y en otros lugares del occidente asturiano se encuentran piezas con aspecto pizarroso, estrechamente fusiforme, que al cortarlas transversalmente dejan a la vista la hermosa macla que se ve en esta fotografía.


Dice Madoz –mediados siglo XIX- que el pueblo de Ancadeira cuenta con 8 vecinos y 31 almas; produce centeno,  maíz y patatas; y la industria se centra en la construcción de clavos. Su población no era escasa considerando el número de vecinos: cuatro hab./vivienda.
Es Ancadeira uno más de los pueblos fantasma que quedan en Asturias y lo sustancial del éxodo rural son las amplias áreas que quedan asilvestradas, sin sus jardineros tradicionales, veremos –ya vemos- notables cambios en el paisaje, cambios que se traducen en la flora y en la fauna, cambios que trascienden el lugar de desarrollo y llegan a las ciudades, y a todas las capas sociales.



AUTOR DE TEXTO Y FOTOS MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ

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