POR MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ
Excursión del 22 de enero de 1994
Elegimos esta salida por resultar compatible con la pequeña invernada de estos días pero confiados en que la masa de aire frío instalada en la costa este de EEUU no se mueva hacia Europa.
Desde Infiesto se toma la carretera que va a Luzana, sale muy cerca de la de Espinaredo y es fácil que pase desapercibida. En Luzana se deja el coche ante la ermita que está dedicada a san Vicente, y allí mismo empieza la andadura.
San Vicente |
Aproximadamente hay 1 km hasta la collada desde la que se avista el valle del río Marea y
Valle La Marea |
El camino se bifurca poco más arriba y hay una cabaña. Seguimos por la izquierda con temor a ser engullidos por el barrizal. Llegamos a una campera y después bordeamos por arriba un prado hasta llegar a otra collada desde la que también se pueden ver los dos valles. Más arriba se alcanza el camino que sigue ascendiendo faldeando la montaña. A partir de este punto se encuentran grandes tramos con el adoquinado perfectamente conservado. Son piedras clavadas en el suelo y rellenos los huecos con otras de menor tamaño. Ocupan el borde exterior grandes piedras más o menos prismáticas que aseguran cierta horizontalidad a la vía. Cada pocos centenares de metros destaca, a la orilla, una gran piedra que parece un mojón sin encontramos inscripción alguna.
Esta calzada discurre siguiendo la línea de cumbres desde la collada de Arnicio hasta Infiesto. Su trazado le permite salvar los desniveles con pendientes muy llevaderas y mantener una excelente posición defensiva; así fueron las vías de comunicación mientras la tracción fue animal, hasta la llegada de vehículos a vapor o a motor.
La vegetación de los lados es monte bajo. Se ven algunos caballos de estampa parecida a los asturcones (acaso lo sean).
Al llegar a la collada, en la que hay un poste con una antena que parece dedicada a comunicaciones telefónicas, están las ruinas de lo que antaño fue la ermita de El Sellón.
Omedal |
Al Facéu se puede subir desde aquí enfilando recto monte arriba. Afloran rocas de caliza y en los rellenos crece vegetación de bajo porte. La cima parece un diente. Se sube perfectamente por cualquier cara aunque resultan más accesibles la N y la S.
De nuevo llegamos a un sitio privilegiado; de fácil acceso, magníficamente
situado para contemplar el sector central de la Cordillera Cantábrica, El Sueve y hasta los Picos de Europa.
La nieve nos acompañó desde los 600 m, nos obligó a esfuerzos suplementarios y motivó algunos abandonos.
Así, un grupo coronó el Facéu
y otro retrocedió hasta San Vicente para recoger la furgoneta y unirse a sus compañeros en La Marea para comer todos juntos.
Bajaron a La Marea campo a través los que tocaron vértice. Llegaron al Tozo y tomaron la carretera hasta La Marea. Llegados al bar de la cita lo encuentran cerrado pero se sienten atados por la palabra empeñada y aguardan. Pasado un tiempo prudencial buscaron refugio en otro bar. Cabizbajos, auscultaban el aire una y otra vez buscando el ronquido de la querida furgoneta, y nada. La alegría llegó con un lugareño acompañado de 7 pequeñas cabras que se empeñó en dar una lección de Etología demostrando que las cabras, juntamente con algunos perros, son los animales más inteligentes.
Un coche se detiene, salió el conductor, y pocos minutos después guardó una cabra en el maletero. El anterior propietario del animal entró en el bar con paso firme, y empleó parte del dinero de la venta en enjugar su pena con una copa de orujo.
- Tal vez la capital de los llugones argandenos.
AUTOR DE TEXTO Y FOTOS MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ
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