ETIMOLOGÍA: DE JARDÍN A JARDÍN


Paseo por la ciudad y observo algunas cosas que extraordinariamente me preocupan. Juan Corominas debería reescribir algunas voces de su diccionario etimológico. Así dice: JARDÍN.- tomado del fr. Jardín, procedente del fráncico cercado por seto […] En la Edad Media, como en latín, se empleaba en este sentido HUERTO.
En esta ciudad se ven jardines de lajas de pizarra entre las que malviven sauces japoneses, jardines de cantos rodados blancos cómo la nieve, jardines de regodones de gran tamaño (no confundir con rigodones),  barandillas de bambú oriental (¡selvas del sudeste asiático!), acero, aluminio, pasarelas de pino tratadas químicamente para que sean imputrescibles, etc.
Los jardines nacieron para el recreo y el cultivo de las flores, para el solaz diario. En los jardines se deleita, se lee, se sociabiliza.



RAE.- Jardín:
Terreno donde se cultivan plantas con fines ornamentales

¡Jardineros, necesitamos jardineros!

La jardinería municipal no se puede tratar como la composición de un cuadro ni el equilibrio de sus colores. La jardinería afecta al agua, a la energía, a los residuos, a los materiales y a la atmósfera; ¡todos ellos nos afectan a nosotros!

Estamos a punto de conseguir que la ciudad –más visible- sea tan aséptica como una gasa de quirófano y –la menos visitada- en un muladar; pero no tan limpia: las heces de miles de perros se encuentran a los pies de los mamotretos del mobiliario urbano, de los maceteros, farolas, y en las escasas zonas verdes (de la extensión de un florero la mayoría de ellas) y también colaboran las palomas. Curiosidad me despierta la psicología de la gente que no sabe compartir un jardín con abejas, mariposas, saltamontes, mariquitas, hormigas, lagartijas, lombrices, chinches, arañas, jilgueros, verderones, pinzones, petirrojos, reyezuelos, aire, sol y condena a un animal a ser de su propiedad, a vivir bajo su techo, poner horario a la exoneración de su vejiga, a los baños de sol, y otras necesidades no menores.

¡¡Queremos jardineros!!  ¿Por qué nos dan picapedreros?
Cedida por J.M. Mori Menéndez

Propongo, quizá con mucho retraso, que empiece la construcción de ciudades que sólo puedan ser habitadas por robots de probada resistencia; las citys deberían ser territorio cibernético, únicamente estos muñecos animados serían sus moradores, las urbes serían habitables incluso en sus zona 0, los drones de guardia estarían conectados a las máquinas, éstas,  geolocalizadas,  emitirían  la información de falta de energía y acudirían los ‘avioncitos nodriza’ al monigote  debilitado. ¿Qué puede hacer un humano en pleno centro de las operaciones mercantiles? estorbar, sólo puede estorbar.
Llega 5G, el internet de las cosas generalizado; no estaré, me alegro.

P.D. ¿Podríamos construir ciudades subterráneas –parecido a los habitantes de Shambala- y dejar libre la superficie urbana sólo para las máquinas? quizá la idea la lance algún político ingenioso.

PICO MOCOSO Y LAGUNAS DE PÁRAMO


6 marzo de 1992
De norte a sur, tras pasar Caunedo, se ha de tomar la primera carretera que se presenta a la derecha y lleva a la braña La Peral (1.380 m). Sugestiva por su emplazamiento, y por las viviendas que 
La Peral
conserva con cubierta de teito, habitada antes únicamente en verano y ahora son asentamiento permanente. Cerca de aquí, al (NE) se encuentra el mirador del Príncipe, desde donde se contempla una buena panorámica del valle de Somiedo.


Partimos de la braña siguiendo el camino que toma sentido NO. Sale por la izquierda y nos conducirá a la collada La Festiecha (1.585 m) por la falda del pico Mocoso (1.994 m). Es cómodo, al comienzo va casi llano entre prados cercados por paredes; después se hace más pendiente y entra en el monte bajo. La vegetación es escasa y acusa los incendios que periódicamente soporta bajo la falsa creencia de que mejorarán los pastos cuando en realidad es un paso más hacia la desertización.
Ya en la collada, una fuente (Borrones) permitirá hacer acopio de agua para el resto del viaje. Desde aquí, a la izquierda (SO), se ve el camino que desde Santa María del Puerto conduce a La Pornacal y Villar de Vildas; también el nacimiento del río Somiedo entre Peñueta y Peña Canseco; y el del Pigüeña al pie de El Cornón. Proseguimos por el camino de la derecha entre un piornal que casi no deja ver donde ponemos las botas -el de la izquierda conduce al nacimiento del río Pigüeña- hasta otra fuente (Rozo).

Desde aquí ya se ve el pico a la derecha. Después el piornal clarea hasta desaparecer; y ya, en zig-zag, emprendemos la última etapa. 

Desde la cima el paisaje es circular: las laderas E, N y O -hemos subido por la S- del pico son muy empinadas. Situados en el vértice geodésico vemos al E una falda muy pendiente en la que se asienta la braña de Fuexu; al frente (N) se prolonga en otro pico más bajo (1.871 m) llamado La Granda; al O una cabecera semicircular muy cerrada que acoge una laguna y un río que meandriza buscando mayor pendiente; más abajo un espléndido bosque -de uso restringido especial- y al final se adivina -por las tierras de labor- el pueblo de Perlunes. 
Valle de El Pigüeña y El Cabril
Al fondo y al E se ve El Sueve, los Picos de Europa, y
Laguna
todo el sector central de la cordillera; al O está más cerrado por la proximidad de La Treisa, El Cogollo, El Cabril y El Cornón.
El descenso se hace hacia las lagunas. Encontramos una alambrada que salvamos y en muy poco tiempo descendemos a un rellano con una topografía singular que permite la retención de las aguas. 
Es una repisa con muy fuertes pendientes a los lados. Desde el borde se ve el valle del Alto Pigüeña, 
Valle de Cerezales
algunas construcciones de La Pornacal; la cubeta que acoge al lago Bueno, bajo El Cabril y El 
Cogollo; y el bosque de la margen izquierda del valle -Las Sendas- que es de uso restringido especial por ser guarida de osos.
Huella de oso
Siguiendo el curso del río hasta su mismo nacimiento, vemos la braña de Los Cuartos -bajo el Fontarente- y el valle de Cerezales.
El regreso ya se hace casi llaneando hasta la primera fuente que encontramos y, después en suave descenso, volvemos al punto de partida.

Es probable que se vean rebecos; también abundan venados y jabalíes, pero son mucho más huidizos; y ya el oso, que sólo está reservado para algunos elegidos, resulta mucho más difícil.

PICO MACIÉDOME


17 de noviembre de 1995
Maciédome o Pandona. Cedida por José Acacio Suárez 'Cachi'
El Cordal de Ponga está constituido por la alineación montañosa enmarcada entre los ríos Nalón y Ponga. Es una línea de cumbres que se orienta hacia el N a partir de la cabecera de ambos ríos entre los puertos de Ventaniella y Tarna. Las cumbres notables de S a N son: Abedular (1.813 m), 
Llamardal (1.751 m), Montovio (1.700 m), Maciédome (1.899 m), Tiatordos (1.951 m),
Tiatordos
y Vízcares (1.419 m). Gran parte de esta zona está afectada por el PORNA y hasta ahora no cuenta con otra protección legal que la que le da la figura de Reserva Nacional de Caza. Tres reservas alberga el cordal: la nº 6, Caso, de 29.834 ha; la nº 9, Piloña, de 10.492 ha; y la nº 10, Ponga, de 20.082 ha. Las de mayor valor ecológico se encuentran el cordal.
Esta excursión penetra en una mancha forestal de hayas que se conserva en casi toda su integridad. Permite la contemplación de los árboles, del bosque, y de algunos de sus más hermosos habitantes. No requiere gran esfuerzo, no tiene peligro, y es apta para cualquier caminante.
Después de pasar Campo de Caso, Veneros, Soto de Caso, Bezanes y La Foz (aquí se rodó la parte de la película “Adiós, Cordera” inspirada en un cuento de Clarín), a 13 km de la capital del concejo, encontramos a la izquierda un ramal que lleva a Pendones (782 m).
Pendones
En este pueblo se deja el coche y empieza la marcha.

Se sale por un ancho camino, casi llano, que bordeando el río sigue dirección NE. El río baja encajado entre prados, rápido, en “escalera”, formando pequeñas cascadas cada pocos metros. Se cruzan dos arroyos que llegan por la izquierda. El primero inunda el camino y se salva mediante una
gran losa que cubre el canal de desagüe y el otro, ya es un pequeño río, por un puente. Después de cruzar éste último sale a la izquierda un ancho camino que va a la Foz del Palombar
Foz del Palombar
y al Tiatordos, seguimos por la derecha.
Subiendo a La Pandona un día de invierno
Algunas de las divisorias entre los prados son de sebes mientras en otras se construyó un varganal. Estas empalizadas dan al paisaje agrario un especial encanto artesanal. No se ven terrenos de labradío.
Cruzamos un segundo puente. Se cambia de rumbo -ahora SE- y se empieza a subir. A la izquierda se ve un profundo tajo entre dos peñascos, es la foz de Forniello. El camino está ahora enlosado con grandes piedras hincadas de manera que forman una especie de adoquinado para evitar los
barrizales. A la derecha queda el hayedo y a la izquierda algunos prados que llegan justo hasta la entrada a una foz de singular belleza, la del Congostín; impresionante si hay agua en el torrente.
Verticalidad de caliza, el cauce de un torrente, una riquísima paleta de musgos y algunas hayas nos hacen presentir al mago Merlín. Al final hay una portilla. Momentáneamente se rompe el encanto y de nuevo se ve la mano del hombre que roturó el bosque y convirtió el espacio forestal en prado.
A estas alturas de la excursión ya hemos visto corzos, ciervos y rebecos; más tarde repetiremos de todas las especies.
El camino se pierde en el hayedo pero no hay error posible. Pronto aparecen unas camperas a la derecha. Aquí se puede optar por seguir la orilla del torrente -internándose en el hayedo y coronar hasta dar vista al valle del río que baja de Ventaniella- o seguir por la campera. En el primer caso la
ruta es más incómoda pero se palpa el bosque. No tiene pérdida y se puede ir por libre. En los últimos tramos hay algunos peñascos de caliza y arriba un paraíso: San Juan de Beleño, Collau Zorru
Colláu Zorro. Cedida por José Acacio Suárez 'Cachi'
 y los Picos de Europa al frente, y las inconfundibles Ten y Pileñes al S.SE; en nuestra línea de cumbres está al N el Tiatordos y al S el Maciédome. La panorámica es grandiosa, nos sentimos
cautivados por la vida que nos rodea.
Si elegimos las camperas, enmarcadas por un crestón de caliza a la izquierda y el bosque de hayas a la derecha, el camino está claramente marcado.
En el primer rellano hay una cabaña grande en muy buen estado -un refugio de caza- y algunos chozos con cubierta de losas o tapinos; el lugar se llama Recuencu.
Este rellano tiene la forma de un diminuto circo glaciar y presenta un pequeño cúmulo -recuerda un lomo de ballena- de materiales que parecen morrénicos. Continuando el camino hasta las camperas que tenemos en frente llegamos a la base del Maciédome. Por la derecha se ve Tarna y a nuestros pies Vega d’Enriba y Vega de d`Enbaxu. Por la izquierda nos asomamos al valle de Ventaniella con la misma panorámica, ya descrita, que a través del bosque.
Campana de llamada a sextaferia
El hayedo es un bosque caracterizado por su homogeneidad arbórea ya que la especie dominante, casi única, es el haya y apenas existe estrato arbustivo ni herbáceo. Es un árbol de gran porte que puede alcanzar los 30 m de altura. Necesita humedad permanente por su intensa transpiración, lo que se da en laderas que tengan orientación y pendiente tales que la mantengan todo el año.
Al tener ramaje y follaje denso y de desarrollo casi paralelo al suelo apenas se permite el paso de la luz y resulta difícil florecer y fructificar a otros vegetales, por lo que la mayoría tienen reproducción vegetativa a base rizomas o bulbos, o florecen antes de que salgan las hojas como es el caso de las anémonas.
Pervive la institución de solidaridad campesina llamada sextaferia.
Se trata de una antiquísima carga vecinal para arreglar puentes, fuentes, limpiar y empedrar caminos, corregir argayos y mantener en buen uso las infraestructuras de la comunidad. Este día de la fecha estaban los vecinos trabajando y la respuesta debió ser masiva a juzgar por la actividad que encontramos a nuestra llegada y el buen aspecto que ofrecía el lugar.
Se puede hacer la subida muy descansadamente en 3 h.
La comida en el pueblo

TARNA-MONGAYO


Cedida por J. Acacio Suárez González, "Cachi"
Se parte del pueblo de Tarna (Caso) y a la entrada se encuentra la señalización de la ruta, pulcra, moderna y reciente. Antes seguíase otra que es la descrita a continuación y resulta mucho más atractiva.
Tarna, punto de partida desde el pueblo
Descripción de 1987
En la carretera de Campo de Caso a Tarna, entre los km 14 y 15 (unos 860 m de altitud), a la derecha, hay una cabaña y unos prados que se suceden hasta el río. Desde este punto se ve el pueblo de Tarna a algo más de 1 km se puede dejar el coche en el ensanchamiento que allí mismo hace la carretera.
Se toma el camino que conduce directamente al río Nalón que se salva mediante un puentecillo y se entra directamente en el bosque de hayas.
Pronto aparecen ramificaciones y se puede seguir cualquiera de ellas siempre que no se cruce el arroyo La Ablanosa que discurre por nuestra derecha hacia el NE, ni el de Mongayo -desemboca en el antes citado por su margen derecha- que lo hace hacia el N. El bosque se acaba y el camino se torna más pendiente; a los lados hay grandes matas de acebo que proporcionan comida y cobijo a largo número de especies.
La Ablanosa
Pronto se oye el ruido de la cascada y rápido se llega a la base. El agua se desploma desde más de 100 m de altura y se rodea de un halo al pulverizarse por efecto de la fricción con el aire y los choques que sufre contra la roca. Tan llamativo como el agua y su mágico canto resultan los verdes que algas, musgos y helechos dan a las rocas que reciben la humedad suficiente para alcanzar este esplendor.

Estos montes casinos son muy ricos en caza y conservan -excepto el oso- todas las especies animales propias de nuestros bosques, tanto herbívoros como carnívoros. Los más difíciles de observar son los cazadores por su cautela y hábitos crepusculares.
Cuito Negro
Al otro lado del arroyo Mongayo se levanta el Cueto Negro (1.582 m), no es muy alto pero sí
Carretera a Tarna, Cuito Negro, y el alto Nalón.

escarpado. Esta montaña fue famoso refugio de osos y así se lo contaron a Aurelio de Llano Roza-Ampudia cuando anduvo por estos pagos en los años 20 del s. pasado. Famoso cazador de Bezanes
-pueblo de este ayuntamiento de Caso- fue Lorenzo Posada, que a lo largo de su vida dio muerte a 19 osos y 80 lobos.
El pueblo de Tarna fue bombardeado al final de la guerra civil española de manera que no quedó resto alguno del primitivo. En la reconstrucción no se tuvo en cuenta el modo de vida ni las necesidades de sus habitantes y así nos encontramos con un trazado y construcciones que no satisfacen las necesidades de sus propietarios ni corresponden en manera alguna a tal paraje.
Tarna tras el bombardeo: balquemau.blogspot.com
Los de Tarna son famosos artesanos de la madera y sobre todo como madreñeros, ocupación adecuada a los largos períodos invernales que viven.
El bosque ha sido importante fuente de riqueza -esencial para ellos- tanto por madera, leñas y pastos, como por la caza.

Garrapatas: ¡ojo!


Peligro no señalizado: garrapatas. La educación servirá para estas cosas, para moverse en el mundo; entre semáforos, carreteras, mares o aires: deberás conocer sus reglas, y también en campo abierto.
Eurocopa 2008: Horst Aspöck recomendó a los futbolistas vacunarse contra la “encefalitis centroeuropea”.
Resulta enternecedor ver las sesiones de desparasitación entre monos pero los humanos, ya perdidas las buenas costumbres, hemos de ir al centro de salud de distrito para despegar tales bichitos. Toda acción casera puede ser contraproducente porque pueden provocar exactamente lo que se desea evitar: que el monstruito regurgite el contenido de sus tripas y nos inocule los dañinos microorganismos que contiene o puede contener.

Tomé esta imagen en medio rural dedicado al pastoreo al sur de la ciudad de León (Puente Villarente). La localizamos trepando por la tapicería del coche, al que habíamos llegado minutos antes. No ofrecía peligro alguno porque estaba ‘suelta’ y su gran tamaño le impedía pasar desapercibida.

Hay garrapatas en todos los lugares en los que hay vertebrados y preferentemente de sangre caliente, a los que esperan para dejarse caer sobre ellos a su paso, una vez tomado contacto buscan un sitio seguro para anclar su aparato chupador, la parte de la garrapata que está enterrada en la piel, está cubierta de espinas orientadas  hacia atrás, con las que se sujeta como un ancla a la piel. Se alimentan durante varias horas y, ya satisfechas, se desprenden para caer al suelo y continuar su ciclo. Son animalitos de compleja trazabilidad que en su vida atraviesan varias etapas: huevo, larva, ninfa y adulto. Se encuentran a menudo en la hierba alta, donde esperan en el extremo de una hoja para intentar engancharse a cualquier animal que pase: ni vuela ni salta. Hasta meses esperan antes de hallar al huésped adecuado. Caen sobre él o trepan y una vez acomodadas segregan un pegamento para adherirse al huésped y seguir comiendo. Tienen particular querencia por los helechos y según el huésped preferido se instalan a una u otra altura respecto del suelo: ratones, conejos, jabalíes, o ciervos.
Se conocen 23 especies de garrapatas duras en España y en el mundo se encuentran en todas las latitudes. La puesta de huevos se realiza en el suelo, en áreas de densa vegetación, los huevos

Hembra con huevos
eclosionan en 2 semanas. Dependiendo de la especie de garrapata pueden llegar a poner hasta 1000
Las larvas que salen de los huevos buscan su primer hospedador en un ave o un roedor principalmente. Tras unos días alimentándose regresa al suelo donde muda al siguiente estadío, la ninfa, que volverá a buscar a otro huésped. Para convertirse en adultos deben regresar al suelo. Durante el invierno, los machos mueren y las hembras permanecen inactivas hasta el momento del desove en primavera. Su actividad –en nuestra latitud- es acentuádamente estacional y depende de la temperatura ambiental; se activan al principio de la primavera, alcanzan durante el verano la máxima y disminuyen progresivamente durante el otoño. La mayoría de las especies entran en un estado de hibernación en la estación fría (diapausa). Son de distribución mundial, sobreviven a temperaturas de -15º bajo la nieve porque ésta las protege.[1]
La mayoría de las picaduras de garrapatas son inofensivas, no conllevan la transmisión de patógenos. En España  las enfermedades más comunes son la fiebre botonosa y la enfermedad de Lyme. La Rhipicephalus sanguineus es la garrapata más común del perro implicada en la transmisión de la fiebre botonosa y el Ixodes ricinus en la enfermedad de Lyme. La fiebre botonosa es causada por una Rickettsia y la enfermedad de Lyme –ciudad de Connecticut donde emergió el primer brote en 1977- se debe a la bacteria Borrelia bugdorferi. Las enfermedades derivadas de la picadura del ácaro se agravan por el escaso conocimiento que se tiene de ellas y con frecuencia se diagnostican sus efectos erróneamente. La garrapata ‘cazada in fraganti’ debe ser recogida en un bote de vidrio y analizada por si fuera portadora de patógenos peligrosos para la salud. No desconozco el engorro que supone pero algunas actuaciones evitan problemas.
La retirada de garrapatas debe impedir que regurgite sus jugos bacterianos al torrente sanguíneo. El uso de alcohol, aceite, vaselina, petróleo, esmalte de uñas u otros productos crean una película alrededor de la garrapata que impide que respiren, lo que puede estresarlas y precipitar el vómito de sangre; tampoco deben cortarse, quemarse y, sobre todo, no se debe tirar con los dedos aplastando su cuerpo, pues en este momento podría producirse la inoculación de fluidos infecciosos desde la garrapata hacia el cuerpo del hospedador.
La forma correcta de retirarla es usando unas pinzas, de punta estrecha, de ser posible curvadas, con las que sujetaremos la garrapata por su zona bucal, lo más cerca posible de la piel del hospedador, evitando aplastar el cuerpo. A continuación realizar un movimiento de retorcimiento, las puntas se pliegan en el eje de rotación y la garrapata es fácilmente quitada. Esta extracción se debe realizar girando la garrapata unos 90 grados en sentido contrario a las agujas del reloj, ya que cuando se anclan a la piel, lo hacen en el sentido de las mismas.
1.-Prevención:
·       Sombrero, pantalones largos y camisas -siempre por dentro del pantalón- de manga larga.
·       Botas cerradas.
2.-En casa:
·       Despojarse de ropas e inspeccionar todas las áreas de la piel, incluyendo el cuero cabelludo.
·       Examinar muy bien todas las manchas negras o cafés en la piel.
·       Un adulto debe explorar cuidadosamente a los niños.







[1] En Castilla y León, desde enero de 1997 hasta junio de 2002 se han recogido e identificado un total de 3059 ejemplares de garrapatas a partir de 2717 personas pertenecientes a 15 especies distintas. (Tesis doctoral PEDRO FERNÁNDEZ SOTO 2003. Facultad de Biología. Universidad de Salamanca).

PUERTO VENTANA-EL FERREIRÚA-LA FOCELLA


19 de octubre de 1996
Llegados al puerto, al oeste, salen de allí mismo senderos ganaderos que faldeando la montaña nos llevan a la cota elegida. Caminamos entre monte bajo y sin ganar demasiada altura porque la primera collada (El Cuervo) está sobre esta línea de cota.
Seguimos. El camino se va perdiendo pero hay que caminar siempre ganando altura. Por la izquierda queda San Emiliano y Torrebarrio al pie del macizo de Ubiña, del que vemos muy bien la silueta pero mal los detalles porque esta parte está en la umbría. La siguiente collada a la que llegamos es la del Cuervo (1.828 m) y después la de la Corona (1.848 m). A medida que avanzamos vemos mejor la cara leonesa de las montañas somedanas: Los Albos, Torre Orniz, y las que rodean los lagos de Cerveriz, Calabazosa y Cueva (Peñas Congosto, Cualmarce, Redonda, Corros y Riondos); también Morronegro, y Los Bígaros.
También se puede acceder por camino más definido desde el puente Chamuergos y tomar allí el sendero que bordea la margen derecha del arroyo Los Chamuergos hasta llegar a la collada La Corona.
No alcanzamos a ver Torrestío pero sí la pista que sale a La Farrapona, la que entra hacia Morronegro, y tramos del Camín Real de La Mesa a su paso hacia la braña de La Mesa.
Desde La Corona ya vemos El Ferreirúa. Sólo otra collada nos separa de él. Apreciamos que su castillete -de unos 25 m de altura- está constituido por bloques de cuarcita. Pasamos ahora por la vertiente N y llegamos a la última collada.

A su base se llega sin problema alguno, pero abrazar el mojón (1.836 m) ya es otra cosa. La vista es de 360º e incluye los Picos de Europa.
Para efectuar la bajada desde el pico por la parte asturiana es necesario hincar bien los pies. Saldremos hacia Valle Malo. Caminamos entre grandes bloques de cuarcita y monte bajo de ericas, de vez en cuando encontramos alguna mata de arándanos. El descenso requiere prestar atención al paso
porque no se puede asegurar el pie. Al fin llegamos a una pequeña turbera, sólo hay unos diminutos manantiales y un par de abedules, pero aquí encontramos un camino muy marcado que nos llevará a la braña de las Navariegas.
Pasamos por otra collada que tiene la campera rodeada de piornos, estamos en Refugio (Refuexo), que deja ver hacia la parte tevergana otra área de La Puerca de gran espesura y belleza, en la misma cara asturiana tiene un rellano con algunos charcos sin salida hacia Asturias y formando una pequeña turbera.

Otra colladina y salimos a Las Navariegas. Se trata de una braña situada al pie del pico La Sierra (1.842 m) compuesta de numerosas cabañas -en buen estado- y varios corros. Se construyó en los materiales de tipo morrénico y origen glaciar o fluvio-glaciar que crearon estas formas redondeadas.
Está muy protegida y recoge la mayor insolación posible. Tiene una fuente de la que mana un poderoso chorro de agua muy fría. Al frente se ve todo el cordal de Peña Sobia y hasta el pico Salseras. A ambos lados de la braña corren numerosos hilos de agua que confluyen un poco más abajo y forman el río Páramo. Esta zona del pie de la braña está totalmente colonizada por
abedules y serbales, que hoy presentan gran belleza por las hojas amarillas de los abedules y los frutos encarnados de los serbales. También hay una respetable espesura de piornos, que colonizaron lo que hace muchos años sin duda fue pasto para la majada. Salimos por debajo de los piornos y enseguida entramos en un ancho camino carretero. Por la derecha se va encajando el río y nosotros entramos en el hayedo. Se trata de un bosque como en el que vivía sta. Genoveva de Brabante con su hijo Desdichado. Troncos retorcidos de las hayas y algunos manchones de acebos dan un aspecto fantasmagórico; y, sobre todo, el silencio que pesa en el ambiente.
Entramos en monte bajo y por la derecha oímos el estrépito de una cascada. También vemos el camino, equivocado, que seguimos la primera vez que nos acercamos al Aguil. El nuestro desemboca en otro más importante y éste, a su vez, en otro. Ya nos acercamos al pueblo. Cuanto más cerca de La
Focella más barro.


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