PICO MACIÉDOME


17 de noviembre de 1995
Maciédome o Pandona. Cedida por José Acacio Suárez 'Cachi'
El Cordal de Ponga está constituido por la alineación montañosa enmarcada entre los ríos Nalón y Ponga. Es una línea de cumbres que se orienta hacia el N a partir de la cabecera de ambos ríos entre los puertos de Ventaniella y Tarna. Las cumbres notables de S a N son: Abedular (1.813 m), 
Llamardal (1.751 m), Montovio (1.700 m), Maciédome (1.899 m), Tiatordos (1.951 m),
Tiatordos
y Vízcares (1.419 m). Gran parte de esta zona está afectada por el PORNA y hasta ahora no cuenta con otra protección legal que la que le da la figura de Reserva Nacional de Caza. Tres reservas alberga el cordal: la nº 6, Caso, de 29.834 ha; la nº 9, Piloña, de 10.492 ha; y la nº 10, Ponga, de 20.082 ha. Las de mayor valor ecológico se encuentran el cordal.
Esta excursión penetra en una mancha forestal de hayas que se conserva en casi toda su integridad. Permite la contemplación de los árboles, del bosque, y de algunos de sus más hermosos habitantes. No requiere gran esfuerzo, no tiene peligro, y es apta para cualquier caminante.
Después de pasar Campo de Caso, Veneros, Soto de Caso, Bezanes y La Foz (aquí se rodó la parte de la película “Adiós, Cordera” inspirada en un cuento de Clarín), a 13 km de la capital del concejo, encontramos a la izquierda un ramal que lleva a Pendones (782 m).
Pendones
En este pueblo se deja el coche y empieza la marcha.

Se sale por un ancho camino, casi llano, que bordeando el río sigue dirección NE. El río baja encajado entre prados, rápido, en “escalera”, formando pequeñas cascadas cada pocos metros. Se cruzan dos arroyos que llegan por la izquierda. El primero inunda el camino y se salva mediante una
gran losa que cubre el canal de desagüe y el otro, ya es un pequeño río, por un puente. Después de cruzar éste último sale a la izquierda un ancho camino que va a la Foz del Palombar
Foz del Palombar
y al Tiatordos, seguimos por la derecha.
Subiendo a La Pandona un día de invierno
Algunas de las divisorias entre los prados son de sebes mientras en otras se construyó un varganal. Estas empalizadas dan al paisaje agrario un especial encanto artesanal. No se ven terrenos de labradío.
Cruzamos un segundo puente. Se cambia de rumbo -ahora SE- y se empieza a subir. A la izquierda se ve un profundo tajo entre dos peñascos, es la foz de Forniello. El camino está ahora enlosado con grandes piedras hincadas de manera que forman una especie de adoquinado para evitar los
barrizales. A la derecha queda el hayedo y a la izquierda algunos prados que llegan justo hasta la entrada a una foz de singular belleza, la del Congostín; impresionante si hay agua en el torrente.
Verticalidad de caliza, el cauce de un torrente, una riquísima paleta de musgos y algunas hayas nos hacen presentir al mago Merlín. Al final hay una portilla. Momentáneamente se rompe el encanto y de nuevo se ve la mano del hombre que roturó el bosque y convirtió el espacio forestal en prado.
A estas alturas de la excursión ya hemos visto corzos, ciervos y rebecos; más tarde repetiremos de todas las especies.
El camino se pierde en el hayedo pero no hay error posible. Pronto aparecen unas camperas a la derecha. Aquí se puede optar por seguir la orilla del torrente -internándose en el hayedo y coronar hasta dar vista al valle del río que baja de Ventaniella- o seguir por la campera. En el primer caso la
ruta es más incómoda pero se palpa el bosque. No tiene pérdida y se puede ir por libre. En los últimos tramos hay algunos peñascos de caliza y arriba un paraíso: San Juan de Beleño, Collau Zorru
Colláu Zorro. Cedida por José Acacio Suárez 'Cachi'
 y los Picos de Europa al frente, y las inconfundibles Ten y Pileñes al S.SE; en nuestra línea de cumbres está al N el Tiatordos y al S el Maciédome. La panorámica es grandiosa, nos sentimos
cautivados por la vida que nos rodea.
Si elegimos las camperas, enmarcadas por un crestón de caliza a la izquierda y el bosque de hayas a la derecha, el camino está claramente marcado.
En el primer rellano hay una cabaña grande en muy buen estado -un refugio de caza- y algunos chozos con cubierta de losas o tapinos; el lugar se llama Recuencu.
Este rellano tiene la forma de un diminuto circo glaciar y presenta un pequeño cúmulo -recuerda un lomo de ballena- de materiales que parecen morrénicos. Continuando el camino hasta las camperas que tenemos en frente llegamos a la base del Maciédome. Por la derecha se ve Tarna y a nuestros pies Vega d’Enriba y Vega de d`Enbaxu. Por la izquierda nos asomamos al valle de Ventaniella con la misma panorámica, ya descrita, que a través del bosque.
Campana de llamada a sextaferia
El hayedo es un bosque caracterizado por su homogeneidad arbórea ya que la especie dominante, casi única, es el haya y apenas existe estrato arbustivo ni herbáceo. Es un árbol de gran porte que puede alcanzar los 30 m de altura. Necesita humedad permanente por su intensa transpiración, lo que se da en laderas que tengan orientación y pendiente tales que la mantengan todo el año.
Al tener ramaje y follaje denso y de desarrollo casi paralelo al suelo apenas se permite el paso de la luz y resulta difícil florecer y fructificar a otros vegetales, por lo que la mayoría tienen reproducción vegetativa a base rizomas o bulbos, o florecen antes de que salgan las hojas como es el caso de las anémonas.
Pervive la institución de solidaridad campesina llamada sextaferia.
Se trata de una antiquísima carga vecinal para arreglar puentes, fuentes, limpiar y empedrar caminos, corregir argayos y mantener en buen uso las infraestructuras de la comunidad. Este día de la fecha estaban los vecinos trabajando y la respuesta debió ser masiva a juzgar por la actividad que encontramos a nuestra llegada y el buen aspecto que ofrecía el lugar.
Se puede hacer la subida muy descansadamente en 3 h.
La comida en el pueblo

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