Generalmente se forman porque el sustrato rocoso ofrece desigual resistencia al desgaste producido por el agua del río y los materiales que ésta arrastra. Se produce el desgaste muy lentamente cuando el lecho es rocoso pero cuando pasa a ser menos resistente a la erosión el caudal excava más rápidamente y arranca más materiales del lecho, el agua aumenta su velocidad y el desnivel va en aumento.
La cascada se multiplica en diversos saltos que se oyen aunque resultan inaccesibles para senderistas.
El acceso desde San Andrés-Trubia es pendiente pero corto (no hay atajo sin trabajo). Hay un lavadero público después de la última parada del autobús urbano y a unos 80 m sale un camino por la derecha que lleva a dos casas, de entre ellas sale el sendero pero está poco marcado en los inicios, más adelante se define muy bien. Con los imprescindibles zig-zag llega un castañedo al que alcanza el sonido del desplome del agua (es ruidosa aunque no caudalosa).
Es suelo cuarcítico, pedregoso, muy adecuado para los castaños que encontramos al paso. En el otoño es frecuente encontrar personas buscando los frutos que crecen en sus muy espinosas cápsulas subglobosas.
Entre castaños, en el avance se encuentran las ruinas de un molino y muy pronto se conquista el pie mismo.
No pasa desapercibido el salvaje comportamiento que alguien tuvo con el infortunado castaño.
Las antiguas leyes germánicas para el que se atrevía a descortezar un árbol vivo: cortaban el ombligo del culpable y lo clavaban a la parte del árbol que había sido mondada obligándole después a dar vueltas al tronco de modo que quedasen sus intestinos enrollados al árbol. La intención del castigo está claramente indicada: reemplazar la corteza muerta por un substituto vivo tomado del culpable. Era vida por vida, la vida de un hombre por la de un árbol. (Frazer, La Rama Dorada).
Tanto por un lado como por el otro convergen los últimos metros y entre el castañedo del último tramo encontramos el anillo que para este ejemplar resultará mortal.
Más llano pero más largo es desde Perlavia, que ofrece hermosas vistas del valle del Trubia y unos metros de roquedo calizo con su peculiar flora.
AUTOR DE TEXTOS Y FOTO MANUEL ANTONIO MIRANDA ÁLVAREZ
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