TEXTO Y FOTOGRAFÍAS POR MANUEL ANTONIO MIRANDA SALVO ADVERTENCIA EXPRESA
A Abedul se llega desde Puentecastro, al sur de Tuña
(o desde el concejo de Belmonte), punto de partida para un circuito que invita
a actividades inabarcables.
Con atención se verá un letrerito de madera que
indica el camino, se abandona el asfalto y una pista en buen estado nos acerca
al río Genestaza. Prado, arbolado y un tramo faldeando por monte bajo con
algunos argayos que se reactivan episódicamente.
Por la derecha flanquea importante verticalidad y al
fondo el río Solanos (perfectamente observable en Google Drive que se ‘pincha’
al inicio del relato). De nuevo prados con vacas “roxas”, sebes, cabañas,
limpios y limpiados, y unos cuantos miles de pasos más arriba se gana la
carreterita asfaltada que llega a Abedul por el concejo de Belmonte.
Abedul |
El aparcamiento de la entrada hace presumir que no
transitan otros vehículos que los agrícolas; también se aprecia que la Iglesia
llegó hace tiempo, marcó, y tomó posesión de su parcelita.
Por la entrada se piensa no habrá problema para
salir pero…error, se prestan a confusión los diversos caminos, anchos, ganaderos
evidentemente, como cordales. El problema es ínfimo porque se ve la collada a
alcanzar y la pérdida es imposible.
Ya dominan los prados de diente y en todos se ven
vacas, curiosas nos miran, mugen algunas y juegan los terneros. Todo bucólico y
pastoril pero ya perdido para los urbanitas y, lo fatídico, es que los nativos
quieren ser urbanitas.
Llegados al Collado Abedul se puede seguir hacia el
oeste y asomarse a la Ventana de Genestaza (corte de la falla e inicio de la
fana) o seguir por la izquierda, al este, hacia Brañavieja, al pie de Peña
Manteca, entre el Alto de Cigüedres y el Collado Abedul, en la vallina
Rechallu, nacimiento mismo del río Cauxa
(que tan bien aprovecharían los romanos para su laboreo del oro).
No hay romeros, turistas, peregrinos, milagros ni
milagreros, vendedores de reliquias ni de “souvenirs”. El estado primigenio de
la vida del pastor.
Continuar resulta tentador, cualquier opción es
seductora, pero nos adentramos en el concejo de Belmonte de Miranda hacia San
Esteban aguas vertientes al río Pigüeña. Damos con un camino que debió ser
importante a juzgar por el firme empedrado, el roquedo es calcáreo y con patentes
fósiles, que podrían ser y parecen tallos de crinoideos[i]
Fósiles |
Llegamos a San Esteban y nos felicitamos por ello,
ha sido una ruta que da miedo divulgarla porque sería patético que aparecieran
promotores turísticos; están reservadas estas vías a los que buscan lo
auténtico, genuino, “enxebre”.
Tan bien se está por aquí que los urbanitas pueden
sentir miedo porque:
-¿Y si me pasa algo? -pueden pensarán. Algo pasará, seguro, y no tendrá remedio, pero no se
sabe dónde ni cuándo.
Se ha perdido tanto la individualidad que se puede sentir
miedo de estar solo. Solos estamos siempre pero aquí es difícil que el
marketing, la publicidad, o las propagandas perturben las mentes:
San
Esteban es una aldea vieja, decaída, de construcciones tradicionales hermosas.
Cada foto daría pie a una reflexión sobre la autarquía de la vida campesina: la
panera, el truébano, el horno, y sus materiales de construcción; aperos,
cosechas…
Horno, San Esteban, Villar de Zuepos |
Hórreo, San Esteban, Villar de Zuepos |
Panera, San Esteban, Villar de Zuepos |
Si
no se dispone de medios mecánicos debe iniciarse el retorno en este punto, un
regreso largo, de buen andar, largamente kilométrico, y agotador. Continuar en
vehículo a motor hasta Belmonte es una buena opción pero si se dejó el coche en
el inicio de la ruta se ha de recuperar o… pedir otro a Alibaba o a Amazon y
esperar a su recibo.
[i] En Caliza de Láncara (Cámbrico Inferior-Medio, 570-517
millones de años), lirios de mar, los equinodermos que se consideran más antiguos,
formaron
grandes espesores de caliza, fueron muy abundantes y hoy resisten
unas 600 especies en diversos mares.
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